Greta vs Jesús

23 dic 2019 / 11:50 H.
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San José adoptó a Jesús y le consintió que en lugar de hacerse con las riendas de la carpintería se dedicara a recalcular y vocear los ajustes que entonces precisaba el mundo para corregir su destino; poco más se sabe de él, hasta el punto de acoplarle el sobrenombre de “el Santo del Silencio”. El periplo de la Virgen María, en cambio, alcanza el infinito: conocemos, por ejemplo, que acompañó a su hijo hasta el Monte del Calvario y que allí éste ordenó a su amado San Juan Evangelista que se encargara de su atención, y que pasó el resto de sus días repitiendo y reviviendo el Camino de la Cruz. ¿Y qué decir de Jesús? Nada nuevo en el horizonte o lo de siempre: que se le espera con más ahínco, sin prestarle tanto espacio a la fe. De la madre de Greta Thunberg sabemos que ha aceptado que su hija emplee su vida en salvar la de los demás y que se mantiene en un segundo plano, vigilando la crianza de su otra niña; al padre le acabamos de ver cruzar el Atlántico a bordo de un catamarán, que en diciembre también puede entenderse como una suerte de calvario. Y a Greta no se la espera, está, y nos arenga con tal furia que hasta le salen Herodes con la cara de Trump y Bolsonaro. ¿Caminamos en círculos?

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