Gracias, gracias, gracias

Usare la propiedad conmutativa del lenguaje, para recordar la equidad en la importancia de la cadena humana que formamos todos los jaeneros: los que reparten, los basureros, los que se quedan en casa, los que cultivan y nos proporcionan alimentos, los que curran en los súper, los que nos informan, los que cuidan de nuestros mayores, los que nos entretienen, los que nos regalan su música, los que nos (intentan) gobernar, los que compran y venden todo aquello que necesitamos, los que nos proporcionan energías, los que mantienen todo... A los que rezáis por nosotros y a los que hacéis mascarillas, a los saturados gestores, a los que estáis en la droguería, plaza, banco, farmacias. Y qué decir de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Ahí dándolo todo. Leales y serviciales. Con lanzas pero sin escudo. Y, sobre todo, además de aplaudir a manos llenas a las 8 desde el balcón, os derramo mis lágrimas de gratitud; a los sanitarios. Enfermeros, doctoras, celadores, limpiadoras, unos y otras, otras y unos, que lucháis, sin armas, y anteponéis vuestra salud al bien común, en cada hospital, clínica, consulta, públicos y privados, y os dejáis el alma, la salud y las energías, para atendernos, cuidarnos, darles esperanza al enfermo y paz al moribundo. Sois un ejemplo. Gracias. Me emociona a la vez que me indigna que recibáis el material que deberíais tener. Gracias.