Final del curso escolar

19 jun 2021 / 16:54 H.
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En estos días en los que se aproxima la finalización del curso académico en todas las etapas de nuestro sistema educativo, incluida la universidad, es necesario reconocer la labor de todos los docentes en estos tiempos difíciles de pandemia. Reconocer significa dignificar su tarea y visibilizar su importancia cultural y social para nuestra ciudad y nuestra provincia. El curso 2020-2021 pasará a la historia como una situación excepcional, nunca antes vivida, que ha puesto de relieve las dificultades de todos nuestros sistemas, especialmente el educativo, a la que el profesorado ha tenido que enfrentarse bajo altas cotas de incertidumbre. La pandemia puso literalmente al mundo entero de cabeza y no ha habido aspecto de la vida cotidiana que haya podido salir indemne ante los desafíos y las oportunidades que ha impuesto el aislamiento social. La educación fue, tal vez, el primer sector en entrar masivamente en cuarentena y probablemente será uno de los últimos en salir. La educación virtual en los primeros meses y más adelante la presencial, bajo la amenaza del contagio, han supuesto un esfuerzo titánico para toda la comunidad educativa. La entrada en nuestro hogares de la tecnología ha generado un incremento de las comunicaciones y la intensificación de las relaciones virtuales haciendo anfitriones de Zoom, Google Meet y otros a quienes nunca lo fueron o, a la sumo, lo fueron de manera ocasional. Todo ello ha convulsionado las funciones del profesorado, experimentando un giro copernicano que le han hecho rotar hacia un docente diseñador de nuevos escenarios de aprendizaje significativo, un docente activo, innovador y agente de cambio y... como no, un experto en trabajo colaborativo en red utilizando sus propios recursos en la mejora de las diferentes modalidades de enseñanza ante la indiferencia del sistema. Esta nueva re-significación del rol docente y de las instituciones educativas ha sido muy importante para dar respuestas adecuadas a los procesos de enseñanza-aprendizaje, obligando a reelaborar sus planificaciones y sus actividades y a una precipitada producción de nuevos materiales como guías docentes y procesos de evaluación adaptados que, seguramente, en algunos casos, han podido desembocar en prácticas poco convenientes, pero lo realmente cierto es que todo el profesorado ha realizado un gran esfuerzo que aún deberá continuar y que la sociedad debe reconocer y agradecer. Ahora que el curso toca a su fin es el momento de reconocer el papel del profesorado para ayudar a garantizar que una generación de estudiantes pueda alcanzar su potencial y, por tanto, agradecerles su trabajo, su compromiso y dedicación en el proceso de acompañar a nuestros estudiantes y sus familias en estos tiempos de pandemia, incluso con una dedicación que, en muchos casos, ha superado la jornada laboral ordinaria.

A lo largo de este curso que ya finaliza, el profesorado ha realizado un gran esfuerzo en motivar a sus estudiantes como un factor esencial en el aprendizaje. Sin embargo la motivación del profesorado no ha recibido tanta atención ni por parte de las administraciones ni por la sociedad en general. La motivación del profesorado está muy determinada por su actitud ante la tarea y el reconocimiento social es como una pértiga que impulsa su acción cotidiana en el aula. La dimensión vocacional motiva y estimula al profesorado pero necesita igualmente del reconocimiento social y la solidaridad de la comunidad educativa para activar su capacidad de resiliencia y seguir transformando el desarrollo de las personas. Gracias a todo el profesorado por no desfallecer y mantener el optimismo y la esperanza pese a la incertidumbre del mañana.

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