Estrellas de ayer

    15 ago 2020 / 12:44 H.
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    Han pasado más de cuatro décadas de aquel verano que me llevó hasta Almería, para ver por primera vez el mar. A su ya desaparecida vieja Estación de Autobuses llegué con la mochila a cuestas y hacia “El Zapillo” puse rumbo caminando sobre un mapa recién descubierto y sorprendentemente cercano. Sea un presagio fruto de lo que el destino suele enseñar a escondidas, o la propia señal que me trajo hasta aquí con los pies descalzos a besar la arena de su agua salada, nunca imaginé que me fuera tan fácil permitir que deje aquí mi huella. Adosado de lejos desde mi hogar de olivos he repetido cientos de veces el mismo trayecto, ahora hacia la Intermodal de Almería. Bajo del autobús y ya sin mapa pongo rumbo a donde quiera que me lleven mis pies porque sé que también aquí estoy en casa. Soy feliz testigo de su despertar moderno y de su acertado y esperanzador modelo urbanístico. Todo esto va pasando por mi cabeza, mientras descendemos “Velablanca”, la tarde de ayer, camino de la Cala de la Media Luna. Ya en la orilla, tendidos sobre su finísima arena, Melody, Alicia y Pablo se disponen a contar estrellas.

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