Estereotipos

05 ene 2021 / 18:00 H.
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Alguien dijo que cuando los hechos se cambian por opiniones hay que echar a correr. Es un hecho que los cromosomas contienen el ADN, pero vendrá quien diga que eso es opinable, como es opinable, dirá otro, que el cambio climático es un invento de quien tiene una percepción exagerada de los fenómenos meteorológicos. En todas partes existen malas influencias que distorsionan la realidad por conveniencias económicas, y aunque detesto que hagan eso, yo me he propuesto llevarme veinte días sin quejarme, porque en mi país no existen olas de violencia provocadas por grupos criminales organizados, porque aquí le hacemos la guerra a las mafias, a la delincuencia, a la injusticia, a la pobreza, al narcotráfico y a todos aquellos que tienen voluntad de destruirlo todo. Me voy a llevar veinte días sin quejarme y así nadie podrá argumentarme “face to face” que no llevo razón cuando defiendo que las cosas hay que pagarlas por lo que valen y que está científicamente demostrado que los telomeros más cortos desentrañan el envejecimiento. He prometido no quejarme porque aquí se ha erradicado la violencia de género que tanto daño hace en una sociedad plural y diversa que no entiende de los sacrosantos comportamientos impuestos. Cada vez siento menos pero recuerdo más esas palabras que no sirvieron para entendernos, y siento la soledad de la persona que siente la soledad absoluta que representa no contar siquiera con la compañía propia, por lo que me gustaría mirar algún día con los ojos de la confraternidad en la política, la cultura... Me gustaría vivir absurdamente si pudiera acabar con el absurdo de gritar mi ira esperando que se repita en miles de ecos a lo largo y ancho del planeta. No es algo paradójico que con el salario mínimo interprofesional no se llegue a final de mes, como es contradictorio que billones con b de burro de fraude fiscal, no contribuyan a que los sueldos de millones de personas no sean doblegados cada año. Como no quiero quejarme, no voy hacer un análisis dramático de la situación socio laboral de este país, pero si quiero dejar constancia de que hay que tomar conciencia sin más dilación de cuál es nuestra tabla de supervivencia para no quedar aislados como islotes en mitad del océano. “Puede que me quiten el trabajo, pero jamás me quitarán las ganas de luchar por mi futuro...” Quien así habla, vive con nervios, crispación e incertidumbre con tanto anuncio de expedientes de regulación de empleo, pero él no se va a quejar porque cree que tiene derecho a gozar como todos de un estado de bienestar y sus quiméricos privilegios. A su edad solo espera buenas condiciones de trabajo y una buena pensión porque está cansado de ser rebelde. Sabe de su humildad económica, pero por eso mismo, alza su voz para hacerse merecedor de algo más a cambio de su voto. Entiende que con malos sentimientos no se hace la democracia, ni con decir libertad se es libre, hay que sentir la libertad y por encima de todo defender un poder justo, porque no existe esperanza que pueda animar mejor el pensamiento de un iluso soñador. Las urnas luchan después de todo contra un poder injusto en un idioma universal que se resume en dos palabras: alternancia y tolerancia. Pronto se hablará de que los peligros del clima pueden afectar al derecho a la vida, espero que no se vea como un estereotipo.

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