Este
último año

    09 ene 2020 / 10:03 H.
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    Este último año he aprendido un montón de cosas. Por ejemplo, lo necesarios que son los diálogos superficiales, esos que sirven para decir lo que no se dice haciendo posible una atmósfera respirable para la inteligencia del corazón. También que la vida a veces es como el Jazz; si te la sabes con exactitud no puedes avanzar. Que el testimonio nunca es prueba de nada; que cuando las circunstancias cambian, yo puedo cambiar de opinión; que a veces el lenguaje se confunde con el pensamiento o que lo imposible nunca levanta a voz. Como el año ha sido largo, he educado mi gusto para preferir: un guiño a un discurso, los momentos vividos a los que perdí, el olor de las cebollas a un perfume de Dior, la alquimia de las sartenes a un minuto de gloria y un silencio paciente al himno de la Legión. A día de hoy, anhelo convicciones desarraigadas, revoluciones subterráneas, ejércitos sin uniforme, luchas de clases, consignas anónimas, voces calmadas y conspiraciones de amor. Y puesta a desear, deseo que cada año aguante sus velas, una risa escandalosa, besos que abarquen mucho y aprieten poco, mis desprecios contenibles, sus comienzos lentos, tus finales felices. Poder vivir de la ilusión.

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