Eso que
tú me das

    28 feb 2021 / 11:46 H.
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    El momento en que uno empieza a tomar conciencia del mundo en que vive, coincide también con el comienzo de un aprendizaje que no acaba nunca, o mejor dicho, que termina cuando mueres. Con el corazón pequeño y desde el lugar donde naces, crecen contigo los tuyos, los amigos, las cosas que te rodean y la capacidad de discernir con lo que a cada paso encuentras. De menos a más, va tomando la vida su aceleración de la mano de eso que llamamos destino, a la par que mengua el pulso y se hacen viejos los primeros pasos. Abierta la veda a un montón de desigualdades, cada cual irá a donde pueda, y con los pulmones casi sin aire, llegará al sitio exacto que le lleve todo aquello cuanto haya aprendido. De colores distintos van surgiendo las pinceladas que dibujan el paisaje de fondo que encuadrará nuestro retrato. Ricos y pobres, obreros, artistas, gobernantes y santeros, todos y uno a uno, pintando en un mismo lienzo. La vida pasa sin tomar en cuenta cuales son nuestros deseos, y aunque algunos se cumplan, es la muerte quien al final firma el cuadro. La lección de humildad que Pau Donés nos ha legado, es digna de mostrarse en los mejores museos.

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