En Incertidumbre Beach

11 ago 2020 / 16:25 H.
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Después de un montón de dudas y de vaivenes, al fin hemos encontrado el destino vacacional más adecuado para estos extraños tiempos de post-confinamiento. Se trata de una de esas ofertas imposibles de rechazar, un lugar en expansión que todas las agencias de viaje del mundo presentan como destino preferencial, una auténtica promoción masiva difícil de catalogar. Su nombre es “Incertidumbre Beach”.

Este es, sin duda, el destino vacacional de moda de la nueva normalidad. Al aterrizar, las primeras sensaciones indican que estás en un lugar que resulta un poco molesto e incómodo, pero parece ser que poco a poco te vas acostumbrando y asimilas, sin demasiados sobresaltos, las diversas atracciones (los ligeros seísmos y huracanes informativos, los pequeños tsunamis sanitarios o las quemaduras emocionales) que al principio te producen cierta ansiedad e incontroladas descargas de adrenalina, pero que progresivamente vas asumiendo hasta que se convierten en algo habitual.

Nosotros nos hemos instalado recientemente y es tal y como soñábamos (en nuestras agitadas noches de insomnio). Hemos alquilado aquí un apartamento con vistas al Océano (aunque no el Pacífico precisamente, sino todo lo contrario). ¿Y qué puedo decir de la experiencia? Que nos lo estamos pasando de “miedo”.

De hecho creíamos que iba a ser una estancia corta, pero la oferta es tan irresistible que parece que vamos a habitar en este lugar durante todo nuestro periodo vacacional. Y es que la rutina aquí, en “Incertidumbre”, es totalmente impactante. Todas las mañanas después de oír las noticias, nos damos un baño de realidad. Y a pesar de que la playa es honda y está llena de remolinos y de que sus aguas sean turbias y de que, durante el chapuzón, presencias inciertas rocen tus piernas, un extraño magnetismo nos conduce al interior una y otra vez.

Es, sin duda, la playa de moda, y no importa que esté registrando record absoluto de visitas, aquí en “Incertidumbre”, hay espacio de sobra para todos los turistas. Y además, las distintas olas de pandemia (a veces bastante encrespadas) atraen a los surferos y demás amantes de los deportes acuáticos de riesgo.

Al atardecer, lo habitual es caminar sin rumbo fijo, cruzándose con los otros veraneantes. Y en el trayecto, bajo las mascarillas, se pueden intuir numerosos rictus conocidos, y se cruza uno con multitud de miradas familiares, con ese peculiar destello en los ojos tan común en “Incertidumbre”. De hecho, seguramente nos habremos cruzado, tú y yo, alguna vez, por el abarrotado paseo marítimo de “Incertidumbre Beach”, que durante el crepúsculo adquiere una atmósfera de lo más particular, cuando toda la orilla palidece invadida por las sombras de “Inquietud” (que así se llama la urbanización vecina).

Para la próxima temporada hay quién augura multitud de reservas para este emergente destino vacacional. Pero yo deseo que esa predicción no se haga realidad. En la orilla opuesta de “Playa Incertidumbre” está “Bahía Serena”, y ese sí que es, para mí, un destino futuro apetecible. Ojalá sea posible habilitar un medio de transporte capaz de conducirnos hasta ese paraíso añorado que es “Bahía Serena” de modo que, con la ayuda de la ciencia y la concienciación de todos nosotros, podamos bañarnos, más pronto que tarde, en sus limpias y plácidas aguas.

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