Empresa épica

29 abr 2021 / 09:47 H.
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El SARS-CoV-2 ha puesto a trabajar a científicos y laboratorios de todo el mundo. Las autoridades competentes han liberado una cantidad ingente de recursos económicos nunca vistos hasta hoy, había que combatir una enfermedad que está dejando un porcentaje de contagiados y fallecimientos muy elevados en este año atípico durante el cual se está generando un estado de tristeza y ansiedad entre quienes desempeñan una profesionalidad ejemplar al tratar de salvar vidas y entre aquellos que, a la desesperada, hacen todo lo que está en sus manos para salvar su economía familiar. Resulta sorprendente y paradójico que una primera potencia como Estados Unidos haya dejado pasar en sus comienzos la oportunidad de mostrar todo su poderío médico y económico con medidas de control más ejemplares y efectivas. El control de la pandemia parecía el objetivo a batir por parte de superpotencias como China, Rusia o la UE, pero el esfuerzo realizado ha tenido resultados muy dispares, después de un año en el que el seguimiento persistente sobre la enfermedad, permitió conocer detalles como el de las personas infectadas que no presentan síntomas, o el de que los niños infectados tienen menor capacidad de propagar la enfermedad. Se puede afirmar que el conocimiento del virus y sus mutaciones genéticas, no ha evitado que el problema sea mayor de lo que debería haber sido, han facilitado la labor los diferentes laboratorios encargados de producir vacunas a gran escala con el ARN mensajero. Tras la covid-19, ha llegado el momento de financiar de manera regular las investigaciones de científicos que se dejan la piel en conocer los factores genéticos de una enfermedad mortífera que el mundo está padeciendo en los albores del siglo XXI. Viendo lo que estamos viendo, y sea como fuere, este país necesita formar a científicos que se dediquen a la investigación sin necesidad de salir del país, y habría que recuperar la confianza en el sistema público de salud. Las vacunas del CSIC, contribuirán a superar una pandemia que detuvo el reloj de la economía y cambió nuestro modo de vida. Esta década requiere de una fuerte inversión para un despegue tecnológico que solo entiende de esfuerzo y dedicación exhaustiva para controlar próximas crisis sanitarias, no podemos seguir dependiendo de nuestra habitual incapacidad para enfrentarnos al futuro con garantías, tenemos que evitar o minimizar futuras quiebras económicas como la que estamos viviendo. La vacuna es el resultado de avances que han llegado de la mano de la biotecnología y de la ingeniería genética y no nos queda otra que aprender de ellas si queremos sustanciar algo de esta pandemia como el hecho de evitar las chapuzas de las farmacéuticas y con ello muertes innecesarias.

Vivo con interés el resultado de la investigación científica y la evolución de la pandemia así como su inminente desescalada, que dependerá de una gestión que debe huir de valoraciones extra científicas para centrarse en el resultado científico que se persigue que no es otro que alcanzar la inmunidad de rebaño. La cobertura sanitaria universal está uniendo a los países que desean que el patógeno sea un triste recuerdo más, pero inmunizar al setenta por ciento de la población mundial para reducir las restricciones y normalizar la vida en la Aldea global, se me antoja una empresa épica.

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