Emergencia nacional

    18 mar 2020 / 16:27 H.
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    Aestos momentos de avance de la pandemia, desde el referente de quienes nos han precedido; China, Corea del Sur e Italia, la insensatez de algunos y el doblegamiento de otros, desde un segundo plano, tienen más protagonismo que la transmisión trasversal del propio coronavirus. Por un lado, son esos ciudadanos insensatos que, por todo el territorio nacional, obviando su origen natural, desde sus comportamientos, desafían con desprecio las normas establecidas a seguir ante la tremenda ferocidad de salud pública por la que está siendo atacada toda la población. Su injustificable comportamiento no hallará perdón alguno ante la coherencia de quienes se sienten víctimas o meras personas vulnerables ante esta maldita pandemia que sin ningún tipo de distinción azota a todo el país. No se enteran, o no quieren enterarse de que España está en emergencia nacional. Ni los unos, ni los otros. Quienes, desde los referentes mencionados, no calibran con las miras suficientes, o habiendo calibrado lo obvian, por el doblegamiento ante el poder, tampoco hallarán ningún tipo de perdón, más allá que el de los propios suyos. El Gobierno, tiene que actuar, exclusivamente, centrado en la salud y en la supervivencia de todas las personas; desde la protección trasversal más amplia jamás efectuada hasta el momento. En cuestiones de salud, lo está haciendo. En la vida cotidiana social, ha de ser firme. El confinamiento tendría que ser extensivo a todo el trabajo que no resulte vital a la primera necesidad, “carece de sentido” fabricar escobas, faros de coche, zapatillas o vasos, que en cuyos desplazamientos obreros se pueden recibir o transmitir contagios. Las medidas adoptadas en el Consejo de Ministros de ayer son acertadas. Protección a autónomos y trabajadores, a parados, a los más vulnerables, frente a préstamos hipotecarios, amparo de blindaje a los alquileres y paralización de desahucios y de corte de suministros de luz, agua y gas... Esta causa y sus medidas, temporal, ha de ser sostenida, ineludiblemente, desde la responsabilidad y la solidaridad, por tres patas; el Estado, el Poder (capitalismo) y el Pueblo. Ni una sola fisura. Ni insensatez, ni doblegamiento. Todos a una, como Fuenteovejuna.

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