El voto electrónico

    15 mar 2021 / 13:26 H.
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    En esta era en la que predominan lo automático, lo digital y lo electrónico, resulta sorprendente y extraño que para emitir el voto en unas elecciones haya que desplazarse a un lugar, revisar unas listas, meterse en una cabina bajo el resguardo de unas cortinas, coger unas papeletas y depositarlas en una urna de plástico. ¿Por qué, entonces, no votar por internet, desde nuestro propio domicilio? Ventajas del voto electrónico son la comodidad de su emisión, la posibilidad de multiplicar las consultas, y la rapidez de su gestión.

    Pero también presenta graves inconvenientes como la trivialización de la respuesta porque seguramente será un voto menos reflexivo, más dependiente de la pasión de un momento. El votante se sentirá más anónimo y menos protagonista como ciudadano que ejerce un derecho. Pero hay una cuestión que no es menos importante: sería un voto demasiado frío, aséptico, desprovisto del ritual de las urnas. Solucionadas cuestiones como el fraude, el robo de votos y el pirateo de los resultados, y por mucho que nos emocione el voto tradicional, con su cortejo de pomposidad y festividad, es previsible que en el futuro estemos abocados a teclear el voto.

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