El viejo en su laberinto

    11 nov 2021 / 16:33 H.
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    Supo que estuvo en el vientre de su madre y que fue lactante prodigio porque se lo contaron, cuando tuvo uso de razón. Sus recuerdos más nítidos e imperecederos vienen de su primera infancia, que ahora —a la vejez— se le agudizan sobremanera. Toda su vida se dedicó a las labores del campo, pues entonces no se llevaba estudiar hasta bien entrada la madurez, como ahora. Padeció una guerra fratricida... Se casó feliz y enamorado; y tuvo hijas que le llenaron el alma de gozo. Hubiera querido poder perpetuar su primer apellido con un varón, pero no le fue posible. Mas el tiempo voló entre sus manos y pronto se sintió anciano, con las goteras y vicisitudes de esa edad, sin que le diesen tiempo a adaptarse. Se encontró viudo y solitario en sus últimos años, sin encajar en ninguna parte, ya que sobraba en todas las casas, aunque fueran las de sus hijas y yernos. Por eso, todos estuvieron de acuerdo en aparcarlo en una residencia, aparentemente bonita y soleada, en donde esperaría la muerte con anhelo. Se había dado cuenta que esta sociedad no quiere al viejo, a no ser para sacarle el dinero, la pringue o el voto. Lo habían expulsado de la vida para meterlo en un laberinto insondable...

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