El vecino

    15 jul 2021 / 14:38 H.
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    Es día miércoles y se balancea a la fresca entre el jazmín y la madreselva. Saludó con apenas un hilo de voz y los ojos cerrados. El vecino estaba en la puerta, me vio y dijo “buenos días” cuando yo pasaba. El día sábado anterior el Forense levantó el cadáver y certificó su defunción. El domingo fui al entierro y di el pésame a la viuda. ¿Cómo es que hoy día miércoles el vecino está ahí y saluda? ¡Diablos! ¡Eché a correr! Perdí el bastón en la carrera. La viuda salió, recogió el bastón y fue a entregármelo. Me alcanzó con él en la mano: “Tome usted, vecino”. La changuita pidió platicar: “Usted ve a mi marido, yo también lo veo; algunos de confianza lo ven. Mi pobre difunto está muriendo. Él sabe que tiene que morirse, pero... no es fácil, y yo lo entiendo. A medida que pierde fuerzas le va llegando la conformidad. Cada mañana ruego a la Virgencita de Guadalupe que se apresure. Pidió confesión. El cura no se aviene a ello, quiere consultar al obispo por si fuera sacrilegio; dice que no cabe arrepentimiento en un muerto. Había niebla. No vio llegar el bus que lo empotró. El que manejaba el bus tampoco lo vio. Fue mala suerte, dijeron. Él quiere aventar sus penas para irse de una, no más”

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