Sin solución de futuro

Cuando hace unos meses los partidos independentistas plantearon en la Cámara de los Diputados la posibilidad de amnistiar a los “presos” condenados por el procés, se trataba de dejar claro cuál es la línea roja que el Gobierno tiene que cruzar para poder seguir gobernando y, por último, porque era la manera obvia que entienden algunas gentes de acabar con un “problema” que tiene una dimensión política. El problema, sin embargo, es que por muy justo, político o necesario que sea esta amnistía mete a los españoles, todos, en problemas de carácter antagónico, a la vez que tensa las posiciones de manera casi irreconciliable. Porque, además, se da una tercera paradoja, y es que por muy política que sea la cuestión, no es menos verdad que todos ellos acabaron en la cárcel pasando por un juicio, dentro de las normas y con todas sus garantías procesales. Por último, hay que dejar claro que la amnistía no aclara el futuro político de Cataluña, ni de cualquier otro territorio con pretensiones, sino al contrario sirve de bandera verde a que cualquiera pueda opinar desde donde quiera, ya sea desde el fascismo o desde el nacionalismo irracional e iluminista. Total, más de lo mismo, radicalismo y dolor a partes iguales.