El poder de la verbena

29 ago 2018 / 12:01 H.

Verano es la época del año en que todo se relaja, especialmente, durante el mes de agosto. Puede decirse que, en este tiempo, los días transcurren a medio gas entre aquellas escasas obligaciones que no podemos evitar, ni siquiera en vacaciones y el descanso y el ocio a que invitan estos días largos y calurosos. Ese sosiego y relajación del devenir diario también se deja notar en el mundo de los medios de comunicación, ya que en la época veraniega escasean noticias de relevante interés. Menos mal que, durante todo el verano, y lo que te rondaré morena, ha habido tres temas inagotables sobre los que poder informar: el movimiento migratorio, el independentismo catalán y la tumba de Franco. Vaya tela. Suerte que a alguien se le ocurrió convertir el mes de agosto, en el mes fiestero por excelencia y es que, todos los años ocurre igual. Es llegar agosto y se suceden, de forma interminable, las fiestas de todos los pueblos. No creo que, al finalizar septiembre quede, ni un solo municipio, sin celebrar sus fiestas patronales o ferias. Lo verdaderamente interesante de todas ellas es que, en las fiestas de los pueblos, cabemos todos. Los que vuelven, los que se quedaron, los que no se fueron a la playa, los que pasan las vacaciones en el pueblo, los religiosos, los ateos, los jóvenes y los mayores, los que remanecen de ese pueblo y los que no tienen pueblo pero sus amigos sí. De una u otra forma, todos nos programamos, a lo largo del verano, acudir a alguna, o a muchas, de estas fiestas de pueblo. Y es que nos encanta la juerga, la terracita, el tapeo y el chateo, pero sobre todas las cosas, nos gusta la verbena. El guateque de toda la vida, con la canción del verano y las canciones de los últimos treinta años. Con sus churros y sus bocatas de fritangueo. Sus colas para aseos y para tickets. Y nos gusta, aunque a alguien le parece rancio y anticuado el término, pedir cubalibres, nada de mojitos, copas o cócteles. En definitiva, qué tendrán las verbenas que a todos gustan y todos cabemos.