El pin ese

    20 ene 2020 / 08:38 H.
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    Pues nada, que ahora resulta que existe una cosa que se llama “pin parental” que nos quieren imponer. A mí no me afecta, porque, a día de hoy, educo a mi criatura sola por distintas circunstancias y, claro, soy madre, y el pin no es “marental” así que supongo que ni me darán la oportunidad de firmarlo o no... Pero dejando a un lado la coña y centrándonos en el discursito homófobo de la derecha más retrógrada de nuestro país, resulta que nos visten de “regalo” la oportunidad de criar a nuestros hijos y nuestras hijas en unos antivalores como son las desigualdades, la homofobia, la lesbofobia, la transfobia o el racismo. Porque tú debes elegir si tu descendencia tiene la posibilidad de conocer y respetar la sociedad en la que vive o hacerla partícipe del odio más profundo hacia lo que no es español canastero... ¡Por las diosas y los dioses, que estamos rodeados de pseudopersonas! El pin este lo que nos dice es que si no eres blanca, hetero y española (blanco, hetero y español, que no se me enfade nadie), pues eres lo peor del mundo, y claro nuestras criaturas tienen que tatuarse eso en sus cabezas para que se conviertan en hombres y mujeres como Dios manda... Porque siempre es mejor que a tu hijo varón le gusten las mujeres hembras, y si no es así viva en un constante conflicto interno porque está enfermo. Si a tu hija hembra no le gustan los hombres con pene es que sencillamente hay que llevarla a terapia porque su enfermedad es grave. Porque si la criatura que has parido o que ha parido tu santa esposa no está representada por su sexo biológico, mejor quemarla en la hoguera de la vergüenza para que nadie se entere y la sociedad no piense que has fallado como progenitor o progenitora. De verdad que cada día me da más vergüenza la sociedad que le dejo al hijo que parí. Nuestros hijos merecen unos valores basados en el respeto hacia los demás, construidos desde la igualdad. Fomentar el odio marcando como “raro” lo que no es heteropatriarcalmente construido es la base de la desigualdad. Y en esta línea va la derecha vomitiva de nuestro país. Pero, ¡ojo!, que este invento del pin que a mí ni siquiera me dan la oportunidad de firmar por ser madre y no padre, no es cosa del partido este que se ha apropiado de la bandera española y desempolvado el águila, que es que resulta que esto es una idea de una asociación que se compró un autobús naranja para decirnos a los españoles y a las españolas que no ser heterosexual eres escoria; que si no eres católico, eres terrorista; que si no eres española o español canastero no mereces vivir... Y como esta gente, la del autobús naranja, ideó el pin parental (¡qué penica tengo de no poder firmarlo!) y al nuevo partidico político este le mola la idea... Venga, gente pa’ dentro del partido y fomento del odio para los centros escolares. La polémica está servida. ¿A quién pertenece la educación de nuestros hijos? Pues mire usted, estas criaturas que nacen son problema suyo cuando le interesa, y problema del estado cuando no le interesa... O eso parece. A los docentes se nos exige que eduquemos al alumnado y esto es un error, porque son las familias quienes deben educar. Pero es obligación moral, social y profesional del profesorado abrir las mentes de los y las discentes, despertar un pensamiento crítico y transmitir valores basados en la igualdad. Usted en su casa hace lo que quiere, yo en mi trabajo lo que me marca la ley. Porque, no se dejen engañar, en la ley no pone: “Sus hijos deben ser gays; sus hijas, lesbianas; dos de cada tres menores deben ser transexuales...”. Nadie obliga a nadie a ser nada. Bueno, sí, a base de mentiras y discurso barato quieren estos nuevos politicuchos adoctrinar a nuestras criaturas diciéndoles que el odio está de moda, que hay que evitar que la sociedad se llene de vicio homosexual, que mola un montón machacar al compañero de clase porque no le gusta lo que la sociedad heteropatriarcal le impone... En definitiva, padre o madre, quédese tranquilo, porque ni las leyes ni los docentes obligamos a sus hijos a ser nada, sino que transmitimos valores para construir una sociedad igualitaria.

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