El mundo del postureo

Hemos llegado a un momento cuanto menos raro. Se ha extendido y asentado en casi toda la sociedad un modelo que difícilmente conducirá a un justo estado de bienestar personal y colectivo. Nos importa mucho más el azucarero que tener azúcar, los tarros para guardar la pasta y las legumbres, que su contenido, poseer bonitos fruteros donde escasea la fruta o la que hay deja mucho que desear. Importa más la marca del pantalón que la propia prenda. Nos hemos dejado seducir por el escaparate sin percatarnos de la importancia de lo auténtico. Hasta el negocio funerario hace caja con nuestro desmesurado alarde por aparentar, como si nuestros muertos necesitasen bellos ataúdes en su último viaje. Contra este modo de vida en el que importa más lucir, figurar, que cualquier otra cosa, es difícil luchar. Los medios, la publicidad, no lo van a poner fácil, sin duda. Con todo, es posible revertir la situación, bastaría con inculcar a nuestros seres más cercanos hábitos donde lo importante fuese el contenido y no el envoltorio. Hay algo que ayudaría, ver menos tele y leer más libros.