El mata mujeres

10 oct 2018 / 11:20 H.

En los años 60 y 70 del siglo XX las niñas y niños que hoy gozan entorno a los 50 abriles crecieron con un terrible miedo social generalizado; desplegado por el hombre del saco o sacamantecas. El impacto psicológico que causó tal protagonista en la población fue tan traumático al que hoy causa el mata mujeres, abominable personaje coetáneo, que la modernidad maquilla bajo el repugnante vocablo: violencia de género. Frente a sus asesinatos el fracaso gubernamental ha transferido el miedo social a miedo de mujer; sufrido en soledad y en silencio por la mujer que es arrastrada al infierno para comenzar el purgatorio desde el mismo inicio de la propia ocultación de la llamada al 016 para que el mata mujeres no lo vea reflejado en la factura telefónica. Todo se oculta y así la ceguera selectiva social acaba siendo cómplice de esta falla que está sembrando de asesinatos el país de las Españas. Va para tres décadas cuando desde la conmoción, tratando de dar asistencia, en aquella trágica madrugada una madre, en huida, con dos niños de 3 y 5 años y una bebé de tres meses pedía desesperada ser socorrida porque su esposo se había convertido en el mata mujeres. Las gubernamentalizadas administraciones públicas ocultaron a aquella madre e hijos en el centro de transeúntes de la ciudad de Jaén para a continuación trasladarla a un piso compartido con más madres, (huidas), hasta que en último lugar organizaran el “destierro” a otra provincia andaluza, lejos de Jaén, oculta: mientras el mata mujeres, visible, buscaba a quienes habían ocultado. Tristemente, desde entonces, poco ha cambiado la desprotección a infinidad de mujeres que siguen ocultándolas mientras palabras huecas llenan discursos manidos: de la presidenta de la Junta, consejeros, delegados y resto de la trupe que ocultan la sutileza de las víctimas que con fuerza y coraje demandaron leyes que realmente las defendieran, pero ante todo, que acabasen con tan depravada lacra. Por ayer van más de 962 mujeres matadas. Todo esto mientras un juez madrileño, “oculto” pero pillado, a una víctima con valoración policial de riesgo extremo llama “bicho”... Muy temeroso. ¡Menuda involución!