El mar
no se ve

    27 mar 2020 / 16:28 H.
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    Desde mi ventana no puedo yo verlo, desde mi ventana el mar no se ve. Tampoco veo el campus, ni sus aulas bulliciosas, ni los columpios del parque, solo veo arcoiris pintados por niños encerrados. Desde aquí no veo a mis padres, heridos a cada recuento de muertos que insinúa que los de su quinta son muertes que cuentan menos. Desde mi ventana no veo a mis hermanos, ni a mis amigos, y os imagino añorando el trabajo perdido o la vida normal. Desde mi ventana se aplaude a los héroes que están dando su vida por la nuestra, y se llora por los que mueren solos; puedo ver colas en el supermercado o militares equipados. Desde mi ventana mi bebé reclama calle, mi adolescente es todo dudas entre ingentes cantidades de deberes telemáticos, mi joven se hace la fuerte y mi mujer esconde las lágrimas ante un tan inminente como diferente parto. Desde mi ventana no huele a galleta, pero puedo oler el miedo a perder sus privilegios de los irresponsables de todo esto, mientras tratan de manipular nuestra percepción. Algún día, al otro lado de la ventana, exigiremos responsabilidades, mientras... háblame del mar, olivarero, desde mi ventana el mar (de olivos) no se ve.

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