El himno nacional

    20 abr 2022 / 16:00 H.
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    Durante la pasada Semana Santa —por fin recuperada la normalidad con esplendor tras la pandemia— hemos visto a las puertas de nuestros templos, en directo o en las televisiones, las salidas de los pasos a cuyos titulares, siguiendo una larga tradición histórica, se le rendían honores con la interpretación del himno nacional. Es una bonita costumbre que evoca el reconocimiento a nuestras imágenes y lo que representan y permite a los que lo escuchan unir el sentimiento de la trascendencia a ese otro espiritual de pertenencia a una gran nación como es España. Al hilo de tantas interpretaciones escuchadas aquí y allá, pienso que no se hace demasiado bien y que debería mejorarse; he percibido más unción y devoción en la interpretación de buenas marchas procesionales que en la ejecución de los acordes del himno, poco ensayado, repetido y cargado de fanfarria y percusión. La partitura de la Marcha Real está en el Real Decreto 1560/1997 de 10 de octubre, con duración reglada y normas que deben respetarse, como el idioma; la interpretación debe expresar el sentimiento de orgullo y pertenencia. Para el desafinado “chunda chunda” ya les vale en el fútbol antes de que empiecen los pitidos.

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