El gozo de lo cotidiano

    29 jul 2020 / 16:33 H.
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    H ace unos días me comentaba una amiga que no se acostumbraba a esas relaciones sociales virtuales que nos impone la pandemia, que no es lo mismo encontrarse cara a cara y mirarse a los ojos, que verse a través de una fría pantalla de ordenador o mandar un mensaje en un vídeo grabado. No, no es lo mismo. Ambos coincidimos en tener un pasado rico en experiencias, sobre todo de fe, y quizás este parón vírico nos haga caer en la tentación de recordar con nostalgia que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. El virus y el calor hacen estragos en mi cabeza. Entonces le comentaba que cada uno de nosotros tenemos en nuestra vida cuatro tiempos: el pasado, el presente, el futuro y el tiempo perdido. Si recordamos con agrado acontecimientos vividos en el pasado es señal de que no hemos perdido demasiado el tiempo. Si a nuestra mente vienen vivencias que han fortalecido los pilares de nuestra vida es señal que de que hemos empleado bien el tiempo. Si somos capaces de juntarnos con personas y rememorar tiempos pasados venciendo dificultades, trabajando por un mundo y una sociedad mejor, ayudándonos unos a otros, es señal de que durante ese tiempo no hemos perdido demasiado el norte. En fin, ahora que está todo tan parado, aunque poco a poco, lentamente y con miedo, vamos retomando la actividad, parece que se nos queda un poco lejos el volver a vivir momentos como los de antes que tanto nos enriquecieron. Pues no, aunque haga 40 grados a la sombra, o más, no podemos caer en la tentación de la desesperanza; no podemos dejarnos llevar por la apatía y el miedo, hay que seguir trabajando para cumplir el sueño del gozo de lo cotidiano. Y para gozar del día a día es imprescindible aclarar la visión, “solo se volverá clara tu visión cuando puedas mirar en tu corazón, porque quien mira hacia fuera duerme y quien mira hacia dentro despierta”. Despertar no para “juntarnos con lobos y aprender a aullar, se trata de juntarnos con estrellas y aprender a brillar”. Cambiando nuestro interior volveremos a vivir experiencias y vivencias dignas de ser contadas, dignas de ser gozadas y compartidas.

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