El gallinero está revuelto

    23 jun 2020 / 17:02 H.
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    No me figuro, y pensarlo sería una estupidez, que los pensadores griegos, o sea, los grandes maestros de la sabiduría, discutieran sus razones filosóficas a golpe de insultos y descalificaciones mutuas. Quiquiriquí y quiquiricó, son el lenguaje onomatopéyico de estos animales de corral, que no deben ser copiados burdamente por los parlamentarios que dicen representar al Estado emanado de aquella magistral convivencia entre los partidos de distinta ideología. Parlamentario viene de parla, y no de ladrar como vemos y oímos a cada instante en el Parlamento votado. Tirarse los trastos a la cabeza no representa a este pueblo, a veces, con demasiada impunidad y alevosía manifiesta quieren ningunear algunas tribus que se quieren alejar del conjunto de esta sociedad, que debe estar unida. Es un espectáculo bochornoso en las sesiones del control al Gobierno de turno, oír palabras de grueso calibre que solo conducen a la descalificación barriobajera de unos y de otros. A este paso, optaré por no ver la televisión y otros medios, porque estoy más a gusto oyendo la flauta de Mozart o el himno de la Alegría de Beethoven.

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