El fracaso de la envidia

    26 sep 2021 / 17:05 H.
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    No hay palabra menos cristiana que “éxito”; Dios no se hizo hombre para triunfar humanamente y su final fue un rotundo fracaso, muriendo solo y abandonado en la cruz. El éxito se nos ha metido en el corazón como una enfermedad con la que tapar muchas carencias y frustraciones, algunas que arrancan de la infancia. Ante el “éxito” aparece como reacción la envidia, algo a los que algunos llaman el pecado más español. Ya lo decía nuestro Fray Luis de León que pasó 5 años en las cárceles salmantinas de la inquisición, cómo decía él: “por la envidia y la mentira... dichoso el hombre que no es ni envidioso ni envidiado”. La envidia siempre se alimenta de la mentira, pues no puede soportar la luz de la verdad que la ciega, sino la oscuridad de la envidia, que en castellano llamamos con el término “cochina” ¡Cuánto daño se hace con la envidia! y sobre todo cuanto cuesta reconocer que “el éxito”, por lo general, son cualidades dadas por Dios a las personas que las ponen por obra y las desarrollan, recordemos la parábola evangélica de los talentos. Dios da lo que quiere y a quién quiere y todos somos depositarios de esos dones que Dios nos ha regalado. Por eso, ni creernos nuestros éxitos, pues son dones de Dios, ni envidiar las cualidades de los demás que son regalo suyo. Que fácil parece pero que complicado es llevarlo a la práctica para vivir en paz con uno mismo y con los demás.

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