El dominguero de Jaén

    23 may 2021 / 15:00 H.
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    No tiene por qué ser necesariamente despectivo el término de dominguero, y menos aún si eres un dominguero altivo, como lo puede ser cualquier poblador de estas tierras de rincones y paisajes bendecidos. Conviene precisar que hay tantas variedades de domingo como personas, caracteres y edades, pues cada uno lo vive como quiere o como puede, a su imagen y semejanza. Sin entrar en especulaciones empíricas, resulta obvio que la repercusión emocional es muy distinta entre el domingo del jubilado o el bebé de teta, a como lo disfruta un zagalón de quince años, aunque muchos de estos últimos lo consuman en un estado comatoso debido sin duda a las euforias residuales del sábado noche. Entre ambos extremos hay una gama amplísima de domingueros que sustancian este día y lo afrontan desde distintas aptitudes o ejerciendo diversas actividades o filigranas existenciales, a saber, podemos atestiguar que existen los domingueros yacentes, que se amortajan el sábado por la noche con el pijama, se levantan al día siguiente, que suponemos que es festivo, se arrastran hasta el retrete y acto seguido, después de deambular pesadamente por un pasillo que les parece eterno, se depositan sin más en el sofá más cercano que encuentren, y ahí se quedan en estado latente, con legaña incluida, esperando a un lunes cargado de novedosas rutinas. De estos héroes y heroínas de la laxitud van quedando pocos, la presión social o conyugal los está mermando. En la orilla opuesta, también podemos apreciar a aquellos domingueros que se endomingan, que se adecentan, como se decía antaño, para pasear apaciblemente por las calles de su pueblo o ciudad, luciendo donosura y prestancia, para llegar a la hora del aperitivito, y después a la casa con una bandejita de pasteles. También van desapareciendo, devienen ya en algo entrañable, y están siendo solapados o desplazados por los hiperbólicos atletas, hombres y mujeres de chándal, malla y zapatillas deportivas, sucedáneos disfrazados y dispuestos para esa vida sana que nos regalan por las televisiones y redes sociales. No creo que los domingueros de Jaén respondan a una idiosincrasia distinta del resto de los vivientes del domingo. Puede que no tengamos los domingos de” libertad” de los que goza ahora Madrid, y puede que no nos sintamos impulsados a bailar sardanas en las plazoletas de nuestro barrio, pero eso no es indicativo de que seamos excesivamente recoletos o estemos poco saborizados. Cierto es que no poseemos el famoso parque del Retiro, ni el gracioso parque de María Luisa, pero vamos sobrados, porque para nuestro orgullo y disfrute disponemos en esta provincia y a pocos kilómetros, de algunos de los mejores parques naturales de España. Y muchos otros etcéteras en todos los ámbitos que ahora sería prolijo enumerar. Por eso cuando algún indolente dominguero allende Despeñaperros, califica como no recomendable la visita a Jaén, tan sólo cabe indicarle que si quiere actividad y emociones, que se pase por la frontera de Ceuta, o la franja de Gaza.

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