El color de la felicidad

    04 mar 2020 / 16:52 H.
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    Hace ya algún tiempo leí un artículo en el que se defendía que la vida comienza a los cincuenta años. Obviamente no se refería a los años naturales de existencia pero sí a que muchas personas, por diversas circunstancias negativas, antes de cumplir estos años habían sufrido mucho y es a partir de esta edad cuando parece que empiezan a vivir una vida más plena y feliz, como si de pronto vivieran una segunda juventud. No creo que el enfoque fuera de lo más acertado. Ayer cumplí el medio siglo de vida y no puedo decir que mi vida comience a partir de hoy. Cierto es que ya llevo a mis espaldas bastantes días vividos, unos muy buenos y otros no tanto, pero no considero que lo negativo de mi pasado me condicione para poder vivir intensamente mi futuro; si bien es verdad que he aprendido mucho, no de los fracasos sino de los resultados no deseados, lo que de verdad me condiciona para ser más feliz los años que me quedan de vida es mi actitud, el poder cambiar lo que esté en mis manos que no me guste, y saber gestionar aquello que no pueda cambiar; por tanto soy el que decido cómo vivir cada día que me levanto. Cambiar la forma de pensar cambia la forma de sentir y así cambia nuestra forma de actuar. Desde que somos concebidos todo deja huella en nosotros, pero con diversas herramientas podemos conseguir que ciertas huellas no se conviertan en cicatrices y se transformen en impulsos de superación y crecimiento. No me importa decir los años que llevo vividos, porque los que "tengo" no lo sé, sencillamente porque no sé los años que me quedan por vivir, que son los que tendré. De lo que sí estoy seguro es que mañana es el primer día del resto de mi vida y yo decido cómo vivirla. Hacerse mayor es un reto, no es una desgracia. El pasado no se puede cambiar ni tampoco vamos a vivir una segunda juventud. El futuro dependerá de cómo vivimos el presente. Yo comienzo cada día agradecido por todo lo bueno que tengo, especialmente por mi familia, lo que me da un subidón de alegría, ilusión y esperanza que, a pesar de que hay días de oscuridad, el color de la felicidad predomina en mi vida.

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