¿Dónde está el luto?

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Me hago en silencio esta pregunta sin respuesta ¿Dónde está el luto? Son miles y miles de españoles muertos. ¿Por qué este silencio? ¿Dónde están las banderas a media asta? ¿Dónde los crespones negros? Parece como si ocurriese en otro país lejano. Como si nada ocurriese aquí, en España, con nuestras propias gentes. Como si fuese lo más normal del mundo el despertar en la mañana con doscientos o cuatrocientos muertos a diario. ¿Dónde está el raciocinio? ¿Dónde demostrar el dolor y respeto por los fallecidos? Sentimos la oscuridad del caso y el temor interno por caer enfermos. ¿Por qué esa aparente normalidad en la clase política? Lo que se está viviendo ronda la visión de la más tétrica película de terror.

Indudablemente nadie tiene culpa de esta pandemia, ¿o sí? Habría que mirar con más recelo y atención a China... En España la sanidad a pesar de tener los mejores técnicos del mundo, como tanto se repite, no gozaba de buena salud en sus remanentes ni estaban equipados sus fondos para algo de este calibre. Sin reservas algunas ha sido como un alud de nieve que asfixiaba a los buenos médicos y enfermeras en su trabajo tan duro. Aún así han seguido salvando vidas.

Francia e Inglaterra se recrudecen
en la epidemia, así otros países de Europa están que juran en arameo por el dilema que les acucia y hacen sus cábalas sobre el proceder de este “bicho” tan escamoso. Pienso que las guerras con bombas y misiles han pasado a la historia, ahora debemos temerles a malignos invisibles que flotan por la atmósfera con identidad desconocida.

La canciller alemana Angela Merkel propone pasar factura a China aunque de forma más mesurada que Francia y Reino Unido, que forman un cinturón de enojos en que manejar la situación en su origen. Alemania se están preparando para pasar dicha factura con toda certeza. Si esto ocurriese, seguro nos dejaría a más de uno sin voz por su cuantía.

Duele, duele mucho, España es un país muy solidario y de sangre caliente. Los españoles sentimos en nuestra propia piel el que familias enteras no hayan podido despedirse de sus seres queridos con un mínimo de sosiego y paz. Que los enfermos en sus últimos momentos no se llevasen el aliento ni la imagen de los suyos en la retina. Esto debe calar hondo. Imborrable para familiares que hayan pasado por semejante trance. Por tanto, me espanto ante el mutismo y la falta en un digno luto por todos ellos. Aun así, solo Dios sabe las consecuencias que dejará tras de sí y pueda ocasionar este “Corona”. De momento de espinas es, nadie lo duda, de espinas, espinas...

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