Días de diciembre

    05 dic 2021 / 16:18 H.
    Ver comentarios

    Es un tanto complejo y hasta incómodo hablar o expresar cualquier opinión oportuna o desafortunada, que no esté impregnada de la efusividad un tanto artificial y otra tanta interesada, a la que nos predisponen estos días de diciembre de nuestra pequeña historia de seres confundidos. Resulta difícil desprenderse de alguna sensiblería excesivamente edulcorada que nos hace más humanos y si cabe más tontos, como también, tampoco es recomendable (siempre, desde mi modesta y tuerta visión) adoptar la actitud del doctor quemasangres, del poseedor de la inteligencia racional. Seamos consecuentes con nuestras contradicciones como aventuraba el ínclito poeta Anyelo de Pubis, actuemos como ladillas sobre nuestra aún parca inteligencia. La feliz, la blanca navidad no es tal, si nos ponemos la máscara sobre la mascarilla que ahora ya llevamos, por exigencias del guión, casi como un aditamento más para eludir nuestras debilidades. Por eso y por muchas cosas más, respiremos sin miedo ante esta, nuestra condición errabunda. Nunca he tenido un mal recuerdo de estos días , donde todo parece bonito e iluminado, donde todas las personas se nievan y son blancas y se dicen cosas de vivir, y se acuerdan del prójimo a tiempo parcial, y se propagan besos acomodaticios y ternuras calladas. Todo, desde todos los medios de comunicación y comercialización invitan a la concordia, a la expresión fútil, por breve, de que nuestros sentimientos son buenos y queridos. Nadie, ni los propios creadores, en cualquier tiempo lejano o inmemorial, de estos artificios y mentiras tan bonitas, pudieron ser felices porque su propia realidad los hería. Este es el resultado: queremos ser queridos y querer, aunque sea lo único y preciso para seguir viviendo, que en definitiva es lo único que sabemos hacer, ante esta enfermedad tan extraña y adictiva que es la vida, aunque solo usemos algunos días para ensayar esta comedia en la que procuramos representarnos desde lo mejor que tenemos. Y aunque algunos no creamos en estas bondades apresuradas siempre nos quedarán los ojos abiertos de los niños que saben disfrutar de estas magias sin buscar los mecanismos del truco. Y una vez metido en ambiente, me dispongo a montar el Belén y adornar el olivo de navidad, porque supongo que en Cisjordania habrá más olivos que abetos yanquis, con un fondo musical de villancicos de los Village People , y como innovación y por aquello de que hay que actualizarse , le voy a regalar un iphone a San José para que pueda seguir los resultados del atlético belenista mientras espera la llegada de los magos republicanos, que después de tan largo viaje han cambiado hasta de ideología. Y me siento bien y emano energía positiva, porque sino fuera por estos momentos de disipación y buen rollo, que sería de nuestra hipoteca. Y les dejo, que voy apresurado , aún me tengo que vestir de Papa Noel, aunque creo que no doy el tipo, pero con un poco de buena voluntad todo se arregla. Pues lo dicho, que se busquen ustedes la alegría hasta donde puedan.

    Articulistas