Desmemoria y racismo

30 nov 2018 / 11:17 H.

Las falsedades y la premeditada falta de memoria pueden hacer que nos olvidemos, por ejemplo, de los 600.000 trabajadores españoles que emigraron solo a un país como Alemania entre 1960 y 1973. La desmemoria nos puede hacer olvidar que la decisión de hacer las maletas y emigrar a este país era dramático y no era algo fácil. Cualquiera de nosotros que le interese hablar con alguno de los que emigraron lo tiene a mano. En cualquiera de nuestros pueblos y ciudades todavía podemos encontrar a españoles que nos lo pueden narrar en primera persona; quizás no interesa escucharlos. La gran mayoría se fue con el sueño de hacer fortuna, pero esas expectativas no se cumplieron. Los trenes de la época, aunque se nos haya olvidado, tenían los asientos de madera y carecían de la mínima calefacción, y proporcionaban a los emigrantes españoles un viaje largo, incómodo y tedioso. Los más pobres, también eran la gran mayoría, no llevaban ni maleta, apenas una caja o unas bolsas. La desmemoria interesada de ciertos partidos políticos y sus medios afines olvida que en esos años 2,3 millones de españoles emigraron a Europa y que la mitad de ellos iba sin contratos de trabajo, además de ser analfabetos el 80% de ellos; sí, no sabían ni señalar en el mapa dónde estaba un lugar llamado Austria, Alemania o Suecia. Se nos ha olvidado, pero todavía pueden contárnoslo en primera persona, que muchos de ellos se desnudaron por primera vez en público en Hendaya para un examen médico, y nos pueden contar todavía cómo se sintieron como ganado al que incluso se les miraba los dientes. A los que no estaban aterrorizados o paralizados por el miedo se les ocurría incluso quejarse y protestar. Pero nadie los entendía o no querían entenderlos. Tampoco entendieron sus quejas cuando les pusieron un cartón con un número que les identificaba para repartirlos por las fábricas. Todavía en nuestros pueblos y en nuestras ciudades, a pesar de la desmemoria oficial y partidista de algunos, podemos escuchar el testimonio de aquella generación de españoles que lo dejó todo para que sus familias pudieran vivir un poquito mejor. Esas familias a las que trataban de evitarles sufrimiento ocultándoles las humillaciones, los sacrificios, la soledad, el tremendo esfuerzo y duro trabajo marcado por la extraordinaria acumulación de horas extras y alienante trabajo en cadena. A nuestros partidistas desmemoriados de hoy habría que decirles que, a pesar de su desmemoria intencionada, todos reconocemos a esos millones de personas de esa generación su contribución decisiva a la recuperación económica de nuestro país; no eran tecnócratas cultos y famosos, eran trabajadores anónimos de los que España recibió en concepto de remesas hasta el año 1975 la cantidad de 7.000 millones de dólares. Por cierto, conozco casos en los que ese dinero se quedó por el camino. Aunque ese sería un tema para otro artículo completo. A esos desmemoriados y a su ideología no les interesa hablar de temas serios como por ejemplo la desregularización de los mercados de trabajo que tantas tensiones raciales está generando en toda Europa, confirmando el principio de que a más inseguridad laboral y menor protección social, mayor caldo de cultivo para el racismo; prefieren las viejas consignas para medrar. Me preocupa la desmemoria de algunos, pero me preocupan aún más sus consecuencias. Quizás los hijos y los nietos de muchos de aquellos sean ahora los que están aporreando las puertas y ventanas de muchos comercios y chabolas, los que han perseguido a más de un magrebí o lo golpearon o han intentado linchar a más de uno. Quizá aquel episodio olvidado de nuestra historia reciente tenga demasiados paralelismos con la actualidad. Decía Sartre que “todos somos judíos respecto a alguien”. Todos somos susceptibles de que se nos maltrate, se nos ningunee, se nos desprecie, se nos reprima por parte de aquellos que en un momento dado tienen más poder. Lo cierto es que siempre hay uno más poderoso. El racismo ha adoptado en la historia mil caras y mil pretextos. Hoy día, en nuestro país, tiene rostro de la migración.