¿Desconexión laboral ?

    28 ago 2019 / 10:43 H.

    Yo no había sido consciente de ello, hasta que una tarde de asueto, en la terraza veraniega del Quinto Toro, se lo oí decir a mi amigo Francis. Desde que al teléfono se le quitó el cable, las personas nos hemos vuelto esclavas de este aparato. Mi amigo Francis es listo, muy listo. Y observador, muy observador. Tiene más razón que un santo. Esa frase caló en mi cerebro y desde entonces, la barrunto, de vez en cuando, como si de un mantra se tratara. A punto de concluir el mes vacacional por excelencia, agosto, me inunda la sensación de no haber disfrutado plenamente mis vacaciones. Siento como que no he terminado nunca de irme del despacho. Qué lejos aquellas vacaciones de desconexión absoluta, tanto que cuando llegaba el día anterior al regreso, cientos de mariposas revoloteaban en el estómago. Cierto que en España ya se reguló la posibilidad de apagar el móvil del trabajo fuera del horario laboral, pero obviamente, eso cuenta para el trabajador por cuenta ajena. Otra cosa, muy distinta, somos los autónomos y profesionales. En nuestro caso, no hay ninguna ley capaz de conseguir que desconectemos durante nuestro periodo estival. Tenemos enorme dificultad para cambiar los zapatos por las chanclas. Las razones son variadas pero las más frecuentes son que sufrimos adicción al trabajo, o que no somos capaces de delegar funciones, o también, por imposibilidad real de los asuntos a los que nos dediquemos. Sea por lo que fuera, lo cierto es que la nube y los sofisticados dispositivos actuales, teléfonos móviles, ordenadores portátiles y tablets, nos permiten montar un despacho improvisado, en cualquier momento del día y del lugar, y, si bien es cierto que nos facilitan mucho la vida, también son un perverso Caballo de Troya que hacen que la oficina y sus problemas nos acompañen a los vacacionistas allá donde vayamos, con lo que, si no les ponemos límite, volveremos a Jaén con el estrés, ansiedad e insomnio con los que convivíamos allá por los albores de nuestro veraneo. Un equipaje muy pesado para sobrellevar durante todo el resto del año. Ya sabes Francis. Aplícate el cuento. Desde que al teléfono se le quitó el cable, las personas nos hemos vuelto esclavas de este aparato.