Demasiados errores

Existe una sensación bastante generalizada de que la crisis sanitaria se ha gestionado mal desde sus orígenes. Y no solo en España. Caos, desconocimiento e improvisación. Tal vez lo que buscaban quienes estudiaron el impacto y la expansión de la pandemia. Miles de muertos causados y ocultados indignamente a sus familiares. Confinamientos forzosos, abandono de enfermos en sus domicilios o en residencias de ancianos. Toda una pléyade de errores, de indecencias. El aprovechamiento de tanta desgracia colectiva fue casi inmediato. Cuando los hospitales no daban abasto, cuando la gente se emocionaba y solidarizaba con la impotencia de los sanitarios, había políticos que clamaban por un cambio de régimen e incitaban a caceroladas contra la monarquía. ¡Manifiesto error! Del desastre económico, mejor no hablar. Negocios destruidos. Gentes arruinadas en muchos sectores. ¡Y la casta política disfrutando de sus prebendas intactas! ¡Y los cargos de libre designación en aumento, cobrando y sin problemas laborales! No nos engañemos. El famoso “ingreso mínimo vital” es un señuelo temporal para esconder desigualdad e injusticia. Sin trabajos y sin la colectiva solidaridad del pueblo llano no habrá futuro. El estado de alarma ha traído crispación y división social. Además de autoritarismo, nepotismo y amiguismo ideológico.