Del trece al seis (y viceversa)

    06 sep 2020 / 17:22 H.
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    Los amigos pueden ser una fuente de inspiración, un remanso de paz entre posturas enfrentadas, un pulverizador de gasolina ante fuegos cruzados, una luz que ilumina oscuridades e, incluso, mantos oscuros con que tapar luces deslumbradoras. Es decir, los amigos son el alfa y el omega del devenir del pensamiento y, mas aún, si hablamos de política o de religión. Pongamos que un amigo es acérrimo seguidor de Trece TV. E imaginemos que otro suspira ante las soflamas de Ferreras en La Sexta. Con una sutil y refinada selección ambas cadenas son capaces de encontrar expertos que, con su verborrea sibilina, su bagaje supuestamente profesional y su ideología en vena, te presentan un mismo hecho, un problema, acaso una propuesta, con tal profusión de datos, cifras y apuntes que lo uno y lo contrario se te aparecen, al mismo tiempo, como verdades indiscutibles. Una misma idea puede ser la panacea universal sin estamos sintonizando 13 TV mientras que en boca de La Sexta estaremos ante el más pavoroso de los ataques a la civilización occidental, la democracia o la libertad. Y viceversa. Volvemos, de nuevo, a aquel “monóculo de la ideología” a que hacía mención en un artículo anterior. Se diría que carecemos de un atisbo de objetividad, algo que en las manos, mente y mirada de un periodista debería ser seña de identidad, una manera de hacer llegar la actualidad, la realidad, en suma, a quienes esperan poder desentrañarla, digerirla o meramente comprenderla informándose en los medios. Los amigos, esos que antes mencionaba, caen a veces en el peligroso juego de mirar solo el lado del espejo que les refleja la realidad que prefieren y obvian el contrario. Se pierden así el poder calibrar lo que de positivo o negativo pueden tener las distintas opciones. Se cierran a todo aquello que no coincide con lo que quieren ver, escuchar o saber y censuran, abominan o repudian a aquel que les ofrece otro punto de vista, otra posibilidad, acaso otra rendija de luz con la que percibir lo que sucede a nuestro alrededor. Ya que disponemos de una profusa heterogeneidad en las opciones con las que podemos informarnos, tal vez deberíamos recoger de cada una de ellas esa pincelada que complete y perfile nuestra visión, esa pieza que rellene el puzzle, ese punto que corone las “ies” o ese trozo de cristal del que no nos importe tanto su color como el aporte que puede ofrecernos más allá de lo que preferimos, queremos o sospechamos. De la Trece a La Sexta podemos navegar del uno al otro confín y muy probablemente, a pesar de que con unos planteamientos coincidiremos más que con otros, el “todo” se nos abrirá con más y mejores posibilidades de comprensión. Creo que mis amigos están a punto de descubrirlo.

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