De lo eterno

Cuando pensamos en la eternidad siempre lo hacemos mirando hacia adelante, convencidos de que lo eterno sólo se encuentra más allá del final de los tiempos. Pero la eternidad, por puro concepto, está también en el pasado y es mucho más real que cualquier futuro imaginado. Por más que indaguemos en lo más profundo de nuestro ser, nuestra limitada capacidad sólo nos permitirá llegar a ser primates, dicho esto con todos los respetos. Nunca conseguiremos saber quién ocupaba nuestro espacio cuando las luces de la noche se encendieron por primera vez y con sólo levantar la mirada a cualquiera de esas luces que llamamos estrellas podemos ver el pasado más eterno. Miles de años nos separan de la estrella que vemos y de la estrella que fue. Si de esta manera tan sencilla que tenemos de ver el pasado, fuéramos capaces de encontrar una sola luz que nos indicara por dónde se va al futuro, es muy probable que después intentáramos encontrar una segunda estrella que nos llevara más lejos. Solo la luz de las estrellas está despojada de falsedades. Y si alguien se atreve a mirar en la historia buscando la misma claridad que encuentra en los cielos de la noche, entrando en los terrenos prohibidos de lo oculto, y poniendo en riesgo todas sus convicciones, acabará como yo he acabado. Pisando arenas movedizas y teniendo la sensación de no haber vivido. Con mi tía Concha, ya eterna, en el pensamiento.