Cuando la ilusión despierta

    05 ene 2022 / 16:46 H.
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    La tarde va cayendo, el cielo se ha vestido de un lento titilar de pálidas estrellas, el aire trae un secreto que grita allá arriba, en la plaza donde los olivos sueñan una canción de cuna, de pesebre, de rosas y luceros. La ciudad está atenta, atenta a nuevas sensaciones, a un rumor donde la música va dejando sonidos que envuelven los oídos, que transporta a un lugar diferente, todo se ha convertido en una noche mágica. A las calles se asoman mil colores, de sueños se han pintado brillantes las miradas, la noche se ha vuelto un algodón de azúcar, una campana llama a buscar el misterio donde los sueños parecen encontrarse, mientras la tarde ha rendido su luz a un manto de oscuro terciopelo. Las emociones vuelan como las leves alas de una mariposa. Si la lluvia nos deja, este año podremos disfrutar de la magia en las calles que alegres llenarán de rumores, de voces, de sonidos cantadores... en el aire va un son de noche bella, de una noche especial, donde el plateado suspiro de la magia ha calado, y sonríe por doquier sobre la tarde que deshecha parece musitar un poema de ensueño; ha dibujado un color transparente, ha posado su más dulce sabor, que diferente, ha dejado su claro acento, su murmullo, su halo de misterio. Si nos deja la lluvia volveremos a ser noche de ensueño, noche de sensaciones, de misterios, donde la imaginación surge como una fuente, donde poder volver a sentir nuestra infancia, a encontrarnos con aquellos momentos donde nuestros sueños se hicieron realidad. Dejemos que esta noche seamos como los más pequeños de las casas, en los que aún existe esa armónica magia, dejemos que esta noche seamos también infancia. Porque esta noche: “Ya vienen de oriente siguiendo una estrella, ya vienen sus pasos hollando sus huellas. Y por los caminos, senderos y valles, montañas y ríos, pueblos y ciudades, ya vienen pisando nuestros olivares” Melchor y Gaspar y tras de su séquito viene Baltasar. Ya se ha despertado la noche anhelante, ya pinta de plata la mirada altiva de los estandartes. En los luminosos ojos de la infancia vuelve como un cirio a pintar de rojos, naranjas y leve amarillo, como una canción, despierta, despierta, querida ilusión.

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