Mascarilla y mascarada

    18 jul 2021 / 13:39 H.
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    Hace poco menos de un año y medio en una tertulia televisiva se decía que obligar a los españoles a ponerse una mascarilla era imposible, porque eso no estaba en el carácter que nos definía, ahora que en la calle y bajo determinadas circunstancias podemos quitárnosla, y resulta que se ha dado el fenómeno de la vergüenza social, nos da “cosita” ir sin ella. Creo que de alguna manera esto es una buena metáfora de lo que nos ha pasado: en un año nos han cambiado el carácter, las preocupaciones, las estéticas y las éticas, han cambiado muchas cosas sin contar con nosotros, sin darnos tiempo a adaptarnos o simplemente se han transformado elementos de nuestras vidas que no están ni en la manera cultural, ni en nuestra voluntad como sociedad. En cierta medida la mascarilla que ahora nos quitan no revela nuestra verdadera cara, sino la faz de una España mediocre y desmantelada, que está cada vez más lejos de pensar de manera autónoma, de crecer sabiamente como sociedad hacia un modelo más justo y equitativo. La mascarilla que ahora nos dejan quitarnos tenía algo de bozal y nos ha terminado por domesticar. Eso sin contar que también nos habíamos puesto de manera voluntaria una venda en los ojos, de la que el BOE y los tertulianos no dicen nada. Porque en tierra de ciegos, el tuerto es el rey.

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