Cosas

06 ene 2020 / 12:03 H.
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Rara vez, llegado este Día de Reyes, dejo de recordar una escena de aquella buena película, “La gata sobre el tejado de zinc” (1958), interpretada por Paul Newman y Elizabeth Taylor en la que un hijo (Paul Newman) mantenía frías relaciones con su padre (Burl Ives), cuya muerte estaba próxima. El hijo se quejaba del alejamiento, del escaso calor que había recibido de su progenitor y éste le llevó a un enorme desván de la casa que estaba a rebosar de juguetes, todos caros y todos casi nuevos a pesar del tiempo transcurrido. Todo aquello se lo había regalado durante años a su hijo. El hijo respondió: “¿Y todo eso qué es? Sólo son cosas, padre. ¿Pero dónde están tus besos, tus abrazos y dónde estabas cuando te necesité?”. Nuestra ciudad ha amanecido hoy con un cielo cuajado de sonrisas de felicidad. Los Reyes Magos han satisfecho la ilusión de miles de chicos y mayores con sus regalos. Para muchos, dependiendo de la idoneidad y utilidad del regalo, la felicidad será más duradera; para otros, los que sólo perseguían un capricho, el regalo pasará pronto a engrosar el cuarto de los trastes viejos. Abundan las personas que persiguieron un objeto que, una vez conseguido, no colmó su ilusión. Yo mismo tengo objetos que me entusiasmaban, que me costaron esfuerzo y dinero obtener, y que después abandoné porque no les sacaba una utilidad ni una prestación que me entusiasmaran. No cabe duda que, desde siempre, la caja que contiene un regalo guarda también una sorpresa y una ilusión. Pero nunca deberíamos olvidar que dentro de esa caja también debe haber mucho amor para que el regalo no sea simplemente eso, una cosa. El amor es la etiqueta que garantiza el valor imperecedero del regalo. Afortunadamente, son minoría, pero aún hay padres y madres que prefieren gastar el dinero haciendo regalos a sus hijos, en vez de darles un beso cada mañana o compartir sus anhelos o preocupaciones, creyendo que una caja vacía de amor les hará felices. Quizás es que estoy ya bastante mayor y las cosas materiales me llaman cada día menos la atención. También he recibido hoy regalos de mi esposa, de mis hijas y de mis nietos y me siento feliz porque noto en ellos el calor de su cariño. Como otros miles de jiennenses que también se han levantado hoy viviendo esa hermosa sensación de que hay quienes les quieren de verdad y hacen del regalo algo más importante que un simple detalle de cortesía.

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