Contra-cacerolada

    19 mar 2021 / 10:50 H.
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    Sí, casualmente las últimas semanas han traído verdaderas riadas de fotografías y teletipos cargados de buenas intenciones. Inicio de obras en el solar del conservatorio, Plan estratégico de la Universidad para relanzar el Grado de Medicina, puesta en marcha del tranvía, cesión de terrenos de Santana, entrada en el Museo Íbero de no sé cuántas cosas para por fin llenarlo de contenido, Raphael hijo predilecto andaluz (ya hacía años que se lo merecía y se lo dan ahora), ahorro de 40 minutos en tiempo de desplazamiento en el tren de Madrid, además de continuos reportajes en televisiones de ámbito nacional de la maravillas que ofrece nuestra provincia, amén de visitas de ministras y consejeras, como jamás en las historia se había visto, a no ser que fuese época de recolección de votos. Como diría un castizo; “menos vergüenza que un perro en una matanza”.

    Reconozco que en algún caso he votado a unas siglas por pensar que con ello se podría beneficiar a algún familiar o persona cercana, sin tener en cuenta mis convicciones. Soy un cobarde, un falso y un tonto, porque esto ha dado lugar a que nuestros hijos y seres queridos, hayan tenido que irse de nuestro lado gracias a la irresponsabilidad manifiesta y falta de astucia al escoger representantes, que por cierto, no aparecen últimamente por las redes sociales. La tela de araña que tienen tejida estos señores, tanto clientelista como extorsionadora, nos tiene bien agarrados de las mismísimas partes.

    Algo que me rebotó sobre manera, fueron las órdenes dada por la subdelegada, Catalina Madueño, para desactivar la manifestación. Como es sabido, la Guardia Civil aplicó a rajatabla la ley. Partiendo del principio “Ignorantia juris non excusat”, se dedicaron a multar a todo aquel que no circulaba por el carril derecho o no llevaba acreditación de pertenecer a la manifestación.

    Como de todos es sabido, yo soy un fiel votante de Junts per Cat, y mi líder espiritual es Carles Puigdemont. Pues para no tener problemas en futuras manifestaciones, he hablado con ellos para que me pasen las normas que tienen allí establecidas y así respetar escrupulosamente la ley. Me mandaron copia por whatsapp del pasquín que reparten antes de cada manifestación. Primero, el pasamontañas ha de ser de color negro riguroso, no admitiendo simbología en el mismo de colores que pudiesen resultar estridentes y dañen la imagen de modernidad y decoro que exige el acto. Segundo, se podrán quemar contenedores de reciclaje excepto los del plástico, ya que su humareda puede dañar el medio ambiente. Tercero, los insultos a la autoridad deberán de ser en la lengua materna (catalá), siendo sancionado severamente el que osara emplear la represora lengua castellana. Cuarto, las entradas a los establecimientos, deberán de ser siempre a través de escaparates y respetando en todo momento el orden de llegada... y así hasta diez. Estos sí son personas de orden, no nosotros que somos unos catetos irrespetuosos. Mejor tomarlo con humor, porque estáis dando lugar con esa manera de despreciarnos, que a algún zumbado se la vaya la pinza y la lie. El caldo de cultivo está y la gasolina la estáis echando, por favor, sensatez.

    Todos tenemos que hacer algo desde la tribuna que tengamos. A los jóvenes les pediría un poco más de implicación y a los que no mueven un dedo, les pido por favor que se callen, que no sean aliados de los que nos están hundiendo, dedicándose a desmotivar a la tropa. No puedo negar que me esté gustando el movimiento que se está produciendo. Los jaeneros se han posicionado en dos bandos; los que siguen apostando por unas por siglas que nos han ido relegando a los últimos lugares, y los otros cuyas siglas son: J.A.E.N. y que están enseñando los dientes, revolviéndose contra la marginación, hundimiento y desprecio. Ya no vale nadar entre dos aguas. Los dos partidos que nos han destrozado están nerviosillos y ya han dado orden para que anulen este movimiento, aunque creo que ya van tarde. En nuestras manos está, nosotros decidimos. Viva Jaén.

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