Con inteligencia

23 jul 2018 / 16:50 H.

Empezamos la fiesta y la vida deportiva de un nuevo recorrido futbolero que nos llevará hasta casi la mitad del año que viene. Empieza una nueva competición, cuyos prolegómenos ya estamos viviendo estos días en los preparativos: los aficionados, renovando intenciones de apoyo y asistencia, en su doble significado, a la causa común; los profesionales, poniendo a punto sus conceptos y sus fuerzas; y los directivos, tratando de que la maquinaria funcione. Todo a punto, pues. Como sugiere Antonio Machado en un breve verso que nos viene al pelo: despertad, cantones / acaben los ecos / empiecen las voces. Es que ya despuntan las cosas de verdad. Y lo mismo que habla el clásico de que cada día tiene su afán, en este mundo futbolístico que nos hemos dado, cada protagonista tiene su proyectos y el diseño de su final. Este año el Real Jaén ha formulado de manera clara y distinta, como se dice en los libros de organización y es muy bueno haberlo hecho así, un propósito explícito: conseguir, tras el último partido de la liga, el primer puesto de la clasificación con la manifiesta finalidad de facilitar, en lo posible, el ascenso de categoría. Así de claro, así de sencillo, así de concreto. Bueno es, antes de iniciar un camino, saber el punto exacto al que se quiera llegar. Y mejor todavía exponerlo con transparencia manifiesta. “Nosotros jugamos a esto y a esto es a lo que vamos”. Que luego no acertamos a llegar o las fuerzas demoníacas del azar y la suerte nos lo impiden, pues ¡qué le vamos a hacer! Levantarnos e intentarlo de nuevo. Y en estas condiciones la única regla por la que debemos regirnos es la inteligencia. Un viejo aforismo filosófico dice que la ligera paloma, que en vuelo corta el aire, cuya resistencia siente, podría imaginarse que aún lo lograría mucho mejor en un espacio vacío de aire. Pero, al contrario, sería el final del vuelo. Lo inteligente es aprovechar todos los elementos que nos vayamos encontrando como escalones para subir a todo lo alto. Inteligencia, a la que pide Juan Ramón Jiménez que nos dé el nombre exacto de las cosas.