Con despacho en Génova

30 jul 2018 / 08:12 H.

Se echó a la carretera para recorrer todas las capitales de provincia con el fin de reclamar el voto de los afiliados con tres mandamientos básicos: que apoyar cualquier otra candidatura suponía una amenaza de ruptura para el Partido Popular, que tiene la edad idónea para el reto y que los palos en las ruedas que supone el caso de su máster no tienen nada que hacer ante la lección de transparencia que en su día le dio a la expresidenta madrileña Cristina Cifuentes. Pablo Casado viajó más que el baúl de la Piquer, conoció a alcaldes, concejales, presidentes y secretarios y, sin embargo, quedó prendado del de Jaén. Le enganchó desde aquel momento que se salió por la tangente para mostrar su apoyo a una joven promesa de una fuerza política que busca recuperar una ideología en serio peligro de extinción. Si la dirección regional respaldó a Soraya Sáenz de Santamaría y la mayoría jiennense optó por María Dolores de Cospedal, a Javier Márquez no le quedaba otra opción que salirse del guion y, cual verso suelto, eligió otro tipo de literatura dentro de un mismo relato.

Es la primera vez que se estrena en política orgánica y, sin comerlo ni beberlo, ni el mejor director de cine es capaz de conseguir atar una historia con un comienzo redondo. El final está por ver, lo mismo que el desenlace, pero el “debut” tiene el tirón que el público necesita para quedar totalmente enganchado. El máximo dirigente municipal, que entró en esto de lo público por la amistad le une a su antecesor en el cargo, José Enrique Fernández de Moya, hace dos años estuvo a punto de tirar la toalla, dedicarse a lo suyo, y aquí paz y después gloria. Sin embargo, el destino quiso afianzarlo en el sillón de la Alcaldía, retomar con fuerza las asignaturas pendientes, dar un giro a las relaciones con el resto de administraciones y llamar a todas las puertas para una tierra necesitada de bruscos movimientos. Él, que fue cocinero antes que fraile, puede presumir de conocer el funcionamiento interno de un ayuntamiento mucho mejor que cualquier líder político gracias a su pasado como interventor municipal y a una profesión de la que nunca renegará. El caso es que reúne los exquisitos ingredientes para el plato que Pablo Casado cocinaba cuando conformó el organigrama de su Comité Ejecutivo. Javier Márquez preside el recién creado Consejo de Alcaldes, una figura para la coordinación de la nueva estructura que será clave en el año electoral que aparece en el horizonte. Entra, de esta forma, en la dirección nacional del Partido Popular y, con despacho propio en Génova, tendrá que viajar una vez por semana a Madrid. En su entorno dicen, coloquialmente, que el alcalde está que se sale. Lo recibe Benjamin Netanyahu, su nombre aparece entre los líderes del Partido Popular... No puede pedir más.

Todo parece indicar que no será el único que se codeará con el presidente nacional en el nuevo mapa del Partido Popular. José Enrique Fernández de Moya, que movió todos los hilos habidos y por haber para que los jiennenses que votaron a María Dolores de Cospedal en la primera vuelta respaldaran a Pablo Casado en la segunda, formará parte de su gabinete económico. Rechazó una Secretaría Ejecutiva en un momento en el que vive centrado en su familia y en la Universidad —cerrada por vacaciones— y aceptó entrar en el Comité Ejecutivo con una vocalía armada de simbolismo. Daniel Lacalle y Manuel Pizarro serán sus acompañantes en esta nueva aventura de asesoramiento directo al presidente cuya estructura quedará cerrada, previsiblemente, a finales de agosto. Así está la cosa.