Escuela y luz

    30 ago 2020 / 11:03 H.
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    La escuela, tal cual la conocemos hoy en día, nació no llega a dos siglos atrás, es una de esas instituciones que se desarrolló en un mundo de productividad y disciplina, de proyecto civilizatorio y dominio de Occidente. Otras instituciones se han transformado, el hospital, la policía o la fábrica, o han desaparecido, como las levas; sin embargo, la cárcel y la escuela no sólo no han desaparecido o se han transformado, sino que parece han ahondado en su misión imposible de reformular a ciertos individuos en pos del bien social. La escuela, además, sigue con su esquema: un encierro temporal, donde unas gentes se relacionan en la medida que intentan que determinados valores, conocimientos y comportamientos sean adquiridos. Pero la relación maestro-alumno es equivoca, y no todos aprenden por igual, ni enseñan de la misma forma, es más, sabemos que la importancia del maestro no radica en lo que pueda enseñar, sino en que se convierta en una suerte de luz en la oscuridad, poco más, que sirva de guía a aquellos que aprenden entre ellos, en su cooperación y comparación. Bueno, pues en septiembre cuando empiece el curso, los poderes del Estado no pueden asegurar esto tan sencillo, no es una cuestión de mascarillas o de distancia, de internet o de libros, sólo es una cuestión de buscar la manera en que los maestros sigan iluminando.

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