Caminos de Jaén

    16 jul 2021 / 17:08 H.
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    La economía de nuestros pueblos depende en su mayor parte de la producción agrícola que consiguen poner en el mercado, aunando la feracidad de sus tierras y el trabajo de la gente que las hace producir lo mejor que sabe y puede. Pues bien, para realizar las faenas agrícolas y transportar los elementos de producción se necesita una red de carreteras y caminos que lo hagan viable y por poner un ejemplo que puede ser genérico les hablaré de la red viaria de mi pueblo, Torreblascopedro, aunque como digo podría servir cualquier otro ya que la situación será más o menos parecida.

    Torreblascopedro tiene dos núcleos de población (Torreblascopedro y Campillo del Río) y su término municipal es un polígono casi triangular formado por el límite con los términos municipales de Begíjar y Lupión por el este, el río Guadalimar al norte hasta su confluencia con el Gualquivir al sur y oeste. Las carreteras de acceso son tres: la JA-4102 desde Linares a la Torre, la JA-3101 que va desde la Torre a Campillo y luego a Vados de Torralba, esta es en la que por fin se consiguió un puente gracias a la dura lucha de mis paisanos con el apoyo de la corporación municipal, y la JA-4103 que nos lleva a Lupión. Todas ellas son estrechas, con el firme ondulado y algún que otro badén bastante peligroso. Si somos benévolos diremos que son medio transitables tirando a menos. El núcleo central de las faenas agrícolas se realiza por otras vías y caminos cuyo estado resulta incalificable. En primer lugar, la JH-3051 Guadalimar-Higueruela-Campillo del Río es una carretera que depende de la CHG y fue construida en tiempos del Plan Jaén siguiendo el curso del canal de riego. Su situación es lamentable: no ha visto el asfalto desde que la construyeron, está descarnada en todo el recorrido y tiene trozos en los que no existe el firme, ahora es un camino de cabras intransitable, que sin embargo es clave para los agricultores porque es el único acceso a sus fincas y a las cosechas que producen. Por último, citaré la JV-3054 que va de la Torre al Puente del Obispo, que es la más estrecha de todas y una de las que soporta mayor nivel de tráfico, peligrosa hasta el extremo, con sus estratégicos baches repartidos a granel, su zona inundable y sus árboles en el arcén que la convierten en un túnel en muchos tramos. De los caminos mejor no hablamos. En resumen, abandono total por parte de Diputación Provincial, Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y demás estamentos, Ayuntamiento incluido. En todos los estudios estadísticos e indicadores de bienestar social en los que se comparan datos económicos tales como niveles de distribución de riqueza, acceso a educación superior, tasa de paro, calidad de la sanidad y nivel de salud, facilidades de acceso a la vivienda, infraestructuras (carreteras, líneas de energía eléctrica y de telecomunicaciones). Por regla general aparece Andalucía en los últimos lugares, y si profundizamos a nivel provincial, Jaén suele ser el farolillo rojo de todas la provincias. Conste que hasta este momento solo estoy hablando de datos económicos y no de lo que podríamos llamar índice subjetivo de bienestar social porque entonces puede aparecer el mensaje de “no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”, y podría darse la paradoja de que muchos de nuestros paisanos se declaren felices de ser y estar en el pueblo en el que viven, hecho que no invalidaría las estadísticas que cito, que nos dicen sin lugar a dudas que la provincia de Jaén, esa tierra olvidada por todas las administraciones, padece un déficit crónico de los recursos e infraestructuras que son imprescindibles para conseguir un desarrollo económico que permita alcanzar ese nivel de vida que haga viable la supervivencia de la mayoría de sus pueblos y ciudades. El hecho de padecer ese déficit de recursos básicos hace que no sea posible generar el trabajo y la riqueza necesarios para progresar y situarnos al nivel de los demás y como consecuencia, nuestra provincia está condenada a seguir siendo una sociedad marginada con relación al resto de España, y seguirá así hasta que entre todos tomemos conciencia de la situación que padecemos y nos enfrentemos a las diferentes administraciones exigiendo, con el valor de nuestros votos —que es mucho y solemos regalarlo—, un trato justo y un mayor nivel de inversiones hasta lograr igualarnos con la media nacional.

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