Ausencias

13 may 2019 / 09:36 H.

Cuando empecé a escribir esta “brisa” de hoy, no pude evitar acordarme de que tal día como éste, del año pasado, yo estaba ingresado en el Complejo Hospitalario, a causa de aquel “infartillo” —como dijo la doctora— que me dio un serio aviso. Fue en el Clínico donde cumplí los 80 años. Este año espero, si Dio quiere, poder soplar las velas en mi casa junto a mi familia. Y puestos a recordar, como paso muchas horas acompañado de la televisión aunque le haga menos caso que a un vendedor de seguros, eché de menos aquellos programas que nos entusiasmaban allá por los años 60 y 70. Quizás era por la novedad del receptor, que yo no lo tuve hasta finales de 1963, pocas semanas después de casarme. Fuese cual fuera el motivo, entonces la televisión me gustaba más, quizás porque no existían los realitys, ni los debates políticos ni te daban tantos partidos de fútbol. Entonces había otros programas de los que añoro su ausencia. No se puede culpar a las televisiones privadas de elegir la programación que mejor estimen y más beneficios les aporte, pero la televisión pública debería cuidar más sus contenidos dando sitio a la cultura, a las tradiciones, a la historia. Añoro aquellos espacios en los que se ofrecían piezas completas de la lírica española, nuestra zarzuela, interpretadas por las mejores orquestas, las mejores voces y actores del momento. Un género que por su coste apenas puede ser representado hoy en los escenarios debería tener el apoyo de Televisión Española, para que esa hermosa tradición no se pierda. Y ése es el camino que lleva, pese a que aún existen grupos de personas que luchan por conservar su huella. Ahora se soportan docenas de telenovelas y hace casi medio siglo que no se ve un programa con las obras de teatro de nuestros grandes escritores de la comedia y el drama como Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Arniches, Muñoz Seca, García Lorca, Blasco Ibáñez, Galdós, Valle-Inclán, Benavente y docenas de nombres autores ilustres, también condenados al olvido. No sabemos cuidar de nuestros tesoros nacionales ni se toma en serio que la cultura, la educación, es básica en cualquier proyecto de vida. Ya ni siquiera existen aquellas galas de la noche de los sábados en las que los públicos de toda España, hasta de los rincones más apartados, podían disfrutar del arte de los cantantes, humoristas, magos, bailarines, músicos, etc. que triunfaban en los grandes escenarios.