Antología del cante

    28 dic 2019 / 11:15 H.
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    Emprendedor, vacilón y perraco, se jacta de crear empleo en un sector tan novedoso como la hostelería, a base de dos horas de alta, 12 de currelo y salarios de mierda. Camello con pinta de rastafari de Versace, pule drogaína de tercera regional a cuatro pijos pasados de nochebuena y a 70 napos el Grammy Latino. Diputado en mayo y exdiputado en noviembre, se postula hasta con el lucero del alba por si cayera la breva y pudiera tocar bola en las terceras. Empresario agrícola de postín que se forra con la negritud ambulante y tiesa, diserta con vehemencia sobre los problemas de España y concluye con que la culpa de todo la tienen los inmigrantes. Locutor pasado de premios Ondas, le dedica a mediados de diciembre media hora de programa al peligro de chupar las cabezas de los langostinos, por acumulación de metales pesados, y pontifica que si no quieres correr riesgos los tienes que pillar en ese puerto marítimo llamado Medina del Campo. Siempre ha habido dos clases de cante, el flamenco, que es cosa seria, y el de estos pajaritos que no paran de dar el cante, inocentemente.

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