Anhelos y optimismo

19 ene 2021 / 18:08 H.
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Mañana tomará posesión de la Casa Blanca Joe Biden. Lo hará en una ceremonia que nada se parecerá a la de casi el medio centenar de sus predecesores. Se celebrará en un contexto de amenaza después del asalto al Capitolio, que ha roto el último eslabón de seguridad que nos quedaba sobre una democracia que, a pesar de sus defectos, ha sido ejemplo para el resto del mundo. EE UU ha sido el país de las libertades, de la primacía de la legalidad, de la libertad de prensa, de los más puros valores democráticos que construimos en el siglo XX. Pero en 2019, en su libro “Cómo mueren las democracias”, los politólogos Steven Levitsky y Daniel Ziblatt ya nos advirtieron de las estrategias utilizadas por Trump para acabar con la democracia americana: el rechazo a las reglas del juego, la negación de la legitimidad del adversario, el fomento de la violencia y la restricción de los derechos civiles, incluidas las trabas a los medidos de comunicación, han sido algunas de sus artimañas al frente de la casa Blanca. Unas estrategias imitadas por otros líderes en otros países del mundo, que están mermando los principios y los valores que creíamos sólidamente arraigados en nuestras democracias. La gravedad de los últimos acontecimientos requiere ya sin ningún tipo de cortapisas reformas profundas que arregle los grandes socavones producidos en los últimos años al calor de la crisis del 2008.

Por todo esto, probablemente nunca antes el cambio en el Gobierno americano había suscitado tanta expectación en todo mundo. Las expectativas depositadas en Biden son enormes y tiene grandes retos por delante. Entre ellos, superar los estragos de la pandemia y reconstruir un país roto por el espíritu de confrontación y guerra moral instalada durante el mandato Trump. Todos necesitamos ahora confiar en Biden, porque necesitamos cargarnos de idealismo, de ilusión y optimismo como ya lo hicieron la primera generación del siglo XX. Durante el último siglo hemos aprendido a no sorprendernos ante la brutalidad humana, pero tenemos que volver a confiar en nuestra civilización y en la capacidad de un progreso moral colectivo. Por eso es tan necesario ahora un activismo positivo y transformador que se oponga y ponga freno a la estrategia del frentismo y el fomento de la violencia que vemos en los últimos años.

Los inicios de año son buenos momentos para el propósito de enmienda y por eso es importante fomentar las expectativas de la gente de las que tanto he hablado en otros artículos. Nos urge construir expectativas en este 2021 para todo el mundo. El agotamiento y la fatiga psicológica derivada de la pandemia no debe mermar nuestra capacidad de superación, de construcción, de creación, de inspiración. Es verdad que anhelamos volver atrás, cerrar los ojos y despertar un día, creyendo haber tenido un mal sueño, pero es el momento de soñar despiertos y aprender de todo lo que nos está pasando. También de las buenas enseñanzas y de toda la experiencia acumulada del 2020. El Nobel Vargas Llosa decía esta semana que haya un voto libre no significa que los ciudadanos siempre voten bien y de hecho a menudo votan mal y eligen lo peor. Quizás sea la mejor enseñanza que nos ha dejado Trump y de la que debemos aprender. Dicen que años de nieves años de bienes, así que sin que sirva de precedentes confiemos en el refranero popular para dar rienda suelta a nuestros anhelos en el 2021.

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