Alarmados

Hace ya muchos días fuimos alarmados y encerrados por temor a una crisis sanitaria tan letal y desconocida como debatida por expertos. Hoy seguimos confinados, sin poder despedir, con la consideración que se merecen, a nuestros difuntos. Hiere escuchar una fría estadística cotidiana para alimentar nuestro miedo y justificar nuestra falta de libertades. Los dramas familiares e individuales se ocultan lo más posible. Florecen las estrategias políticas partidistas para salir bien librados de posibles reclamaciones o denuncias, para mejorar expectativas electorales. Seguimos alarmados. Oyendo a ministros vanagloriarse de su “comunismo”. Viendo cómo se está aprovechando la situación de excepcionalidad para legislar mediante decretos, sin consensos mayoritarios, medidas muy discutibles y dignas de debate parlamentario. Falta transparencia y sobra confrontación entre lo público y lo privado. Se aumentan las desigualdades dejando sin trabajo a la gente, a la vez que se reclama un enigmático “nuevo orden mundial”. Seguimos alarmados. Cansados de teorías y ocurrencias sobre una plaga cuya única certeza es que nos llegó de la dictadura China. Que ha servido para alimentar pingües negocios y crear nuevas injusticias. ¿Lograremos superarla? Con sensatez y solidaridad, que hasta ahora hemos echado de menos, seguro que sí.