Al final de la campaña

    31 ene 2020 / 09:11 H.
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    Está acabando la campaña de recogida de la aceituna y aprovecho que estoy en el pueblo disfrutando de unos días de asueto después de la vorágine de las fiestas navideñas para ir dando un paseo, alguna que otra tarde a la cooperativa para ver el trajín diario de las tareas de entrega de la aceituna. Me gusta el ambiente de esperanza y satisfacción que advierto en los rostros de todos los que salen de allí con el vale de la cosecha del día mirando al cielo para adivinar la posible lluvia que de manera inevitable detiene todas las tareas del campo. La tarde está fría y ventosa, al fondo mirando al sur veo en el horizonte, Jabalcuz y Sierra Mágina completamente nevada y hacia el oeste sobre Mengíbar el sol poniente entre arreboles, con los olivos como mar de fondo. Ese es el paisaje inolvidable de los atardeceres de enero desde la cabina de control de una de las cooperativas de Torreblascopedro. Muchas veces cuando el Sol se pierde sobre las copas de los olivos, le sugiero al encargado que disfrute de los arreboles que acompañan esa incomparable puesta del Sol que tiene ocasión de admirar uno y otro día mientras las aceitunas siguen su camino hacia el molino para llegar a su destino final, que es ser aceite. Y de ese líquido que es la vida de nuestra tierra, de su irrisorio precio y de la ruina que se avecina mes tras mes y año tras año sin que nadie le ponga remedio, hablan los agricultores, los tractoristas, los hombres del molino y todo aquel que conoce algo del campo, en el patio de la cooperativa donde los tractores con los remolques plenos esperan su turno para descargar. Pocos conocen el trabajo que merecen y necesitan los olivos tradicionales para producir ese maravilloso aceite que a los precios actuales sólo es rentable para el olivar intensivo que apenas necesita mano de obra, jornales para los obreros, trabajo, en definitiva, ese bien tan preciado y tan escaso en esta nuestra tierra, trabajo, con todas las implicaciones sociales y desarraigo que su carencia conlleva. Y nadie se quiere enterar de que el abandono del cultivo y como consecuencia inevitable, la ruina y la despoblación de nuestros pueblos está muy próxima y la quiebra será inevitable si no se atiende con urgencia a este problema y se aportan soluciones estables y justas para todos. Esta tarde de bella puesta de Sol, el ambiente entre la gente del campo es sombrío y con cara de preocupación se habla de las movilizaciones para el día 30 de enero, que las organizaciones agrarias tienen previsto realizar, con cortes programados en cuatro carreteras desde las 11 a las 13 horas con el objetivo de paralizar la provincia y comenzar a dar visibilidad a este asunto de crucial importancia para todo Jaén. La mayoría muestra su apoyo y espera que eso sólo sea el comienzo de una campaña continua de reivindicaciones que lleve este problema a todos los centros de poder y decisión de España y Europa hasta que se consiga una solución duradera que regule y dé estabilidad al mercado del aceite de oliva y revierta esta situación de una vez por todas. Intento no ser pesimista pero la historia nos dice que los problemas de la provincia sólo importan a los políticos a la hora de llenar las urnas de votos, luego todas las promesas las olvidan porque nuestro pueblo también las olvida y las perdona, como si los problemas se hubiesen solucionado sólo con votar a tal o cual partido. Y ya ha llegado el momento de exigir aquello que nos pertenece, que es una vida digna con el producto de nuestro trabajo, y ese producto en nuestra provincia sólo es el aceite, porque todo lo demás que teníamos, industria, minería, carreteras, comunicaciones, inversiones de futuro nos lo han quitado porque somos acomodaticios y se lo han llevado a otras tierras que no votan con las tripas sino con el cerebro. Hay que repudiar de una vez por todas a aquellos partidos políticos que de forma sistemática olvidan a la provincia de Jaén porque nos consideran su granero de votos, no cumplen con nosotros y esperan y consiguen que les sigamos siendo fieles legislatura tras legislatura. ¿Cuándo llegará el día en que los representantes de la provincia sean fieles a Jaén y no a unas siglas electorales? Para eso hay que tener sentido común, buena memoria y castigar con el voto a los que traicionan esta tierra.

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