Afortunada soy

    23 nov 2020 / 17:25 H.
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    Pensaba yo hoy hablarles de la nueva ley de educación, pero casi todo lo que sé es porque lo he leído en comentarios en redes sociales o, peor aún, lo he escuchado por boca de serios oponentes al Gobierno... De modo que hasta que no me la lea pues me pego un puntito en la boca, y así no la fastidio ni meto la pata. Lo que sí tengo que decir es que está muy feo eso de que los coles concertados usen y adoctrinen a su alumnado para seguir siendo concertados camuflando sus intereses en una supuesta libertad de elección de centro a las familias, que, todo hay que decirlo, nadie jamás se la quitó. Pero la concertada no tiene sentido. Ya puestos, quienes tenéis seguros privados podéis pedir también el concierto de la Sanidad, por saturación o libre elección de médicos o médicas, yo qué sé, según os convenga... En fin, lo de siempre, que quien quiera privado que se lo pague. Y no hay más.

    Pero insisto, no la he leído, la ley, y no opino; de los conciertos educativos sí, porque llevo años en esta lucha.

    Pero hoy paso de polémicas, porque tengo el alma henchida de cariño y de paz. Hoy toca dar las gracias a todas esas personas que han perdido un poquito de tiempo para interesarse por mí. Empiezo por la familia que me aguanta día a día. Mi compañero de vida que ya no sabe qué decirme para estar tranquila, que soporta con paciencia mis indecisiones y el nervio que me impide estar quieta y que mi cabeza viaje tres meses por delante siempre; equilibrio, Jorge, siempre, todo, infinito, tú ya me entiendes. Mi madre, que aguanta mis malas formas por defecto (mamá, sé que estás muy arrepentida de llamarme Dolores... Salud hubiera ido mejor... Jajaja). Mi criatura, que con su madurez hace que todo esto sea más sencillo para todos, la locura que envuelve mis desquicios... y es que no hay forma de pagar su sonrisa. Hermanas, hermano, cuñados y cuñadas, sobrinas y sobrinos...

    Mis amigas y mis amigos, siempre tan cerca, aceptando que no les coja el teléfono porque no tengo el cuerpo para ruidos y contestando tarde a sus mensajes. En nada estamos celebrando mis cuarenta años. Eso sí, sin abrazos ni besicos, que la cosa no está para eso. Gracias por estar ahí y por no soltarme la mano jamás. Buena familia encontrada tengo. Desde luego que tenemos pendientes unos cervezones bien fríos cuando mi pierna se recupere, aunque sea con pedido a domicilio y por videollamada.

    A este mi periódico por desearme mi pronta recuperación de una forma tan cariñosa, porque siempre tenéis para mí algo que me hace sonreír, a pesar de los tiempos que corren. Gracias, Juan y a todo el equipo, porque sois simplemente la hostia.

    A mis compis del Oretania (pedazo de centro y de claustro tenemos) porque desde el minuto cero han estado a mi lado, con mensajes de ánimos y de apoyo, porque, cucha tú, que en tan poco tiempo que llevamos juntos se han dado cuenta de que soy un rabo ardiendo, un culo inquieto o como queráis llamarlo, y me transmiten cariño y calma con cada llamada, con cada mensaje. Deseando volver a revolotear por los pasillos y hacer corrillo en el recreo. Sois grandes, somos equipo.

    Y en estos tiempos tan feos, con el virus este pululando por todos lados, un gran reconocimiento al cariño de la mayor parte de los sanitarios y las sanitarias, en este caso concreto, auxiliares, enfermeras, traumatólogos, supervisores y personal de mantenimiento y limpieza, porque entre vuestra paciencia y ganas de trabajar hacéis la estancia más amena. Y el buen trato de la mayor parte entierra lo anecdótico.

    Pues eso, que gracias de verdad por vuestras palabras de aliento, que no todo es coronavirus, que a veces nos rompemos un pie, y no veas cómo duele; y no veas lo largos que son los días sin acompañante en el hospital por responsabilidad; y no veas qué ganicas de irme a mi casa y de empezar allí quejas nuevas, porque sé que las habrá, pero desde luego puedo decir que he estado en brazos de las personas que me quieren y a las que adoro y quiero y de nuestra gran sanidad pública, que a pesar de los palos que le meten en forma de tijera y desprestigio, está llena de lo mejor de lo mejor.

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