Acuerdos de última hora

20 jun 2019 / 11:46 H.

Suele decirse aquello de que las cosas de palacio van despacio, y más si por el interés te quiero, Andrés. No quisiera parecer Sancho Panza, hilando refranes uno detrás de otro, a veces sin tener nada que ver, de manera hilarante y atropellada. Se trata, no obstante, de afrontar esta calma chicha del verano que va a comenzar con ágil mirada y alguna finta para esquivar, con reflejos, los problemas que se abalanzan. Algunos son, sin duda, muy hábiles. En los pactos nadie quiere dar un paso al frente mientras se encuentren tantas cosas en vilo, no solo la formación del Ejecutivo, sino también comunidades autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos, que hay más sorpresas de las que se pudieran esperar. La política se presenta como un ejercicio de habilidad para mantenerse en el cargo —con razón de ser o no, porque eso varía según la óptica desde la que se observa— que tiene más que ver con un perpetuarse que con otra cosa. Una lección extraña ha sido, en cambio, la de Antonio Maíllo, quien ha decidido, en pro de mayor calidad de vida, volver a su instituto, a sus clases de Latín y abandonar la política tras siete años. Muy al contrario que el amigo Celestino Corbacho, que ahí lleva enquistado toda su vida de un despacho a otro, siempre en el PSOE y ahora en Ciudadanos, movido no se sabe por qué rencor hacia el partido que lo hizo concejal en 1983, luego alcalde de Hospitalet de Llobregat, presidente de la Diputación de Barcelona o ministro en la época de Zapatero, entre otros cargos. Quedan pocas palabras para expresar lo que este señor inspira a los que todavía pensamos que el ejercicio de la política es una actividad noble. ¿Cuántos políticos no han realizado otra tarea que dedicarse a la política? El verano es la mejor época del año, lo he dicho mil veces, aunque comienzo a plantearme con preocupación qué le sucede a un país como España, cuando en Túnez o en Argelia, que se encuentran más al este, poseen una hora del reloj menos. Portugal y Marruecos también tienen una hora menos, entre otros. Aquí estos días llega la luz casi a las 22:30, y sorprende que sigamos con nuestros biorritmos de la manera que mejor sepamos, tirando de cualquier modo, sin apenas darle importancia. Y la tiene. No sé cuándo acompasaremos nuestras horas solares con las del reloj, pero deseo que nos quedemos con el horario de invierno el próximo año, o en el siguiente, que al parecer será el último año que se cambia. Más nos vale, por cuestiones laborales y de salud. Mientras tanto se acercan las tardes en las que la huerta nos regala sus hortalizas, en las provincias del interior las piscinas se llenan con alegría y los que pueden van a la playa, con sus chiringuitos y las olas... Pedro Sánchez espera pacientemente formar Gobierno, ya sea de coalición, cooperación o en solitario, con la complicidad de Unidas Podemos. Para la izquierda española, lo más deseado es eso, pero con Pablo Iglesias no hay quien vaya muy lejos en materia de Administración territorial, por ejemplo, si bien en cuestiones de redistribución de la riqueza, ojalá se apliquen algunos impuestos ineludibles donde ahora mismo brillan por su ausencia, sobre todo a los más ricos. Todo eso necesitará un control, y a ver si llegan a un acuerdo, aunque sea también de última hora, con tal de que una auténtica política de izquierdas se articule en nuestro país. Qué ganas.