Una joya con sabor a salvación (0-1)
El Real Jaén volvió a reivindicarse sobre el césped, esta vez superficial, y dio un paso casi definitivo por la permanencia al superar ayer a domicilio al Lucena (0-1). Fran Machado materializó el gol del triunfo en la segunda mitad al culminar una brillante combinación entre Diego Segura y Zurdo.
El Real Jaén volvió a reivindicarse sobre el césped, esta vez superficial, y dio un paso casi definitivo por la permanencia al superar ayer a domicilio al Lucena (0-1). Fran Machado materializó el gol del triunfo en la segunda mitad al culminar una brillante combinación entre Diego Segura y Zurdo. La actual plantilla del Real Jaén oposita a un lugar privilegiado en la historia del club. Conviene memorizar nombres y apellidos. Diego Segura, Zurdo, Fran Machado... Figurarán en el capítulo de agradecimientos si la entidad sobrevive al infierno. La elección de los mencionados, aunque sirve como representación grupal, no está sujeta al azar. Fueron ellos los artífices del gol que escribió otra página del manual de supervivencia. Una acción rebosante de calidad que abatió al Lucena y casi certifica la salvación. Aconteció en el minuto cincuenta y tres de partido. Segura hiló la jugada en la banda izquierda. Amortiguó el balón, giró y cedió a Zurdo, que percutió como un tren expreso. La pierna izquierda del gaditano, un artículo de lujo en Segunda División B, facturó un regalo al corazón del área. Fran Machado, atento y sigiloso, lo abrió con un remate de cabeza inapelable. La ejecución del tanto dignificó la categoría, enloqueció a los fieles de la grada y rubricó otro triunfo de orgullo y oficio para el Real Jaén, segundo consecutivo en Liga.
El equipo de Manuel Herrero, curtido en el sufrimiento, negoció el encuentro con la frialdad de un comando de élite. Ni la exuberancia del Lucena en su estadio ni las sesiones de trabajo reducido minimizaron su rendimiento. Logró contener al rival cordobés, que solo se dejó ver en ataque en un par de ocasiones. Primero con un disparo venenoso de Óscar Ventaja que Tejera desvió con las uñas. Y al final, tras el toque de corneta, con un proyectil de Seoane que silbó los oídos del meta jiennense. La reducida producción del Lucena honra la seriedad del Real Jaén en defensa. Carlos Hernández, imperial ante el Écija, volvió a lucir galones con la suficiencia de un coronel retirado. El canterano despeja incógnitas con vistas al futuro. En el caso de supervivencia, las soluciones aguardan en casa. También en el banquillo. Los números de Manuel Herrero resumen una gestión inmejorable del vestuario y eficiencia en los dotes de mando.
De vuelta al partido, el único debe en otro alarde de casta del Real Jaén fue su inocencia al contraataque. Disfrutó de oportunidades para asestar el golpe definitivo y mantuvo con vida a la presa. Quizá, el desasosiego del añadido tampoco no hubiera existido sin el penalti marrado por Diego Segura en el primer tiempo. El eco del impacto en el travesaño resultó un acto de justicia. Solo los ojos del colegiado vieron la supuesta mano de Álex Cruz. En cambio, lo que sí observaron los espectadores fue otra reivindicación sobre el césped del Real Jaén y una joya que casi garantiza la permanencia. José R. Casado / Jaén