El Real Jaén suma un punto, pero pierde a su cerebro 1-1

El Real Jaén-Ceuta tuvo un desagradable final que mermará el potencial del equipo para los próximos compromisos. De momento, Manolo Herrero pierde a  tres jugadores para el encuentro del sábado en Lepe —Fran Carnicer y Pedro por las expulsiones de ayer y José Mari, por acumulación—. A los jóvenes Carnicer y Pedro les faltó oficio y experiencia. A una dura entrada a Pedro, que necesitó atención por un corte en su oreja izquierda, el cordobés reaccionó de forma inadecuada e impropia. De la misma manera que el linarense, el chaval que ha asumido la responsabilidad de liderar el juego en el mediocampo y que se ha convertido en el cerebro del equipo. Su ausencia la notará el Real Jaén, más fresco y activo desde que el joven tomó la dirección del juego y aportó ese atrevimiento que le caracteriza. Su bisoñez la pagó con una roja absurda y sin sentido.
Esa trifulca final, con el partido terminado y con el marcador resuelto, entristeció un encuentro de contrastes, pero con un comienzo extraordinariamente bello y hermoso. La primera media hora fue maravillosa por parte de los dos conjuntos, que se olvidaron de sus aspectos defensivos y se lanzaron a la búsqueda decidida del gol. Los ataques debilitaron a las defensas y depararon un juego eléctrico, de ida y vuelta, intenso y con permanentes llegadas. Dio primero el Ceuta en un desajuste del Real Jaén. Javi Navarro, como siempre, no falló. Lejos de arredrarse, el conjunto de Herrero se armó de coraje y buscó el empate con determinación. Se prodigaron las oportunidades y el público disfrutó con un espéctaculo inédito en La Victoria en esta temporada. El empate fue una obra de arte. Nació en una combinación primorosa por la banda izquierda que Toledo rubricó con un lanzamiento maravilloso a la escuadra de Fock. Imparable y bellísimo. Lo probó minutos después Fran Carnicer con una falta que estrelló en el larguero. El partido no tuvo tregua ni respiro hasta ese instante. Sin embargo, el ocaso del primer tiempo atemperó los ánimos y calmó ese juego de ataques continuos. Las defensas empezaron a imponerse y a neutralizar todos los movimientos ofensivos. El gusto de los primeros minutos dejó un buen sabor en las gradas en el descanso. Empezó la segunda parte y la calma se prolongó en el campo. El juego se hizo pesado, triste y pasivo. Apenas hubo sobresaltos. Dio la impresión de que el empate contentaba a los dos. Ese conformismo solo se quebró con una trifulca final en la que Pedro y Fran Carnicer fueron los más inexpertos.