Querido Paco Mateos:
gracias y ¡hasta siempre!

in memoriam.

17 feb 2019 / 12:37 H.

Se supone que, aunque solo sea por la edad, uno tendría que estar ya acostumbrado a dar pases a las duras pruebas de la “ley de vida”, más aún cuando te ha dado algunas ‘cornás’ de escarmiento y para que aprendas la lección con más urgencia, pero no, se ve que me muestro un tanto rebelde a la norma y me cuesta trabajo digerir incluso la obviedad, contra la que es inútil lamentarse, de que la naturaleza nos proporciona un ciclo y que nacemos para morir. Desde hace un tiempo con relativa frecuencia estoy despidiendo a amigos, cada vez es más frecuente, por desgracia, tener que acudir al tanatorio o a la iglesia y asistir al sepelio de personas con las que te has relacionado o que por las circunstancias que fueran se hicieron merecedoras de afecto. Me duele el corazón al recordar algunas ausencias queridas y la lista se va haciendo cada vez más larga, pero todos siguen en mí, les rezo y les conservo en mi memoria donde guardo los mejores sentimientos, lo que cada uno de ellos me fueron regalando, y tengo la suerte de haber formado un inmenso capital, un valor inmaterial que es un enorme tesoro y que me da fuerza y energía para seguir adelante, y resistiendo, pero no con tristeza o melancolía, sino con la actitud alegre y agradecida de quien ha recibido mucho más de lo que ha dado.

Estos días me ha sobrecogido la noticia de la muerte de un amigo entrañable, Francisco Mateos López, el querido Paco Mateos, y podía tratarse de otra despedida más por esa “ley de vida” por la que antes o después todos tenemos que transitar, en cambio esta vez la pérdida me ha llegado a lo más hondo del alma, nadie esperaba este desenlace y, a pesar de sus problemas de salud, de los que parecía encontrarse a salvo, la impresión que teníamos en su gran círculo de amigos es que había Paco para rato. Se ha ido, eso sí, plácidamente, sin dar ruido, conversando hasta minutos antes con gente próxima y con su semblante sereno, esa muerte dulce que todos firmaríamos para nosotros y los nuestros, que es a la postre el lenitivo que ayudará a su querida familia a soportar este difícil trance de la partida del esposo, del padre, del abuelo, del gran patriarca que era el centro de atención y de admiración de todos los suyos.

Paco Mateos era natural de Guadix, esa preciosa población granadina que tiene una Catedral que me recuerda mucho a la de Jaén. Pero su carrera profesional la hizo casi toda en la provincia de Jaén, y siempre en el Banco Hispano Americano, que en su día le distinguió por sus cuarenta años de servicio sin una mancha en su expediente, un borrón en su mácula en él era impensable por su seriedad, honradez y ejemplaridad. Ejerció responsabilidades directivas en las poblaciones de Castellar, Úbeda, Linares y Jaén. En su última etapa profesional en la capital todavía hay quienes le recuerdan como un ejemplo de director de banca, siempre presto a la ayuda, a resolver problemas, ayudar a los empresarios que podían atravesar dificultades. Sin renunciar a sus obligaciones para con la entidad bancaria, Paco siempre consideraba la condición humana, y ha habido mucha gente que a lo largo de los años me ha confesado, incluso con él delante, estos rasgos de su nobleza de carácter, que el director de Diario Jaén, Juan Espejo, ha calificado certeramente con la expresión de “El caballero de la banca”. Precisamente en las redes sociales, cuando en la noche de su muerte, me hice eco de la triste noticia, todavía marcado por el inmenso shock que me producía, resultaba reconfortante leer expresiones de admiración y sobre todo que varias veces se le llamara “un señor” con todas sus letras. Porque esto es lo que mejor define a su personalidad, un señor de los pies a la cabeza, que podía pasear por las calles de Jaén con la cabeza bien alta, porque en un momento complicado y en un mundo tan especial como el económico, hizo lo que tenía que hacer y logró casar los intereses del oficio con la impronta de una banca capaz de mirar a los ojos de las personas y en lo posible nunca darles la espalda. Se jubiló cuando era director de la oficina principal de empresas del ya BCHA.

El último trayecto de su vida, aunque ya se había asomado antes con menor intensidad, porque su labor directiva en el banco le tenía plenamente absorbido, fue dedicar su tiempo y sus energías a un Jaén del que se había enamorado y se creía en la obligación de dar a la ciudad parte de lo que ella le había ofrecido durante sus años inolvidables como el gran profesional que fue, tarea en la que trabó relaciones de amistad con infinidad de jienenses de todos los sectores sociales. Fue cuando se alistó, como socio fundador, en el proyecto del Foro Jaén de Opinión y Debate, liderado por el siempre recordado Hermenegildo Terrados del Cerro, un personaje providencial como también lo fue Paco, ninguno de ellos jienense de nacimiento, pero que sí demostraron serlo de corazón y de obras. Convencidos de las posibilidades de Jaén y de la necesidad de luchar por el progreso, crear condiciones para el debate de ideas y no esperar a que todo nos lo den hecho, sino aportar iniciativas y nunca renunciar a la ambición y a fortalecer nuestra autoestima.

Paco Mateos ha sido hasta el final uno de los grandes activos del Foro Jaén, una voz autorizada y respetada por todos, con Hermenegildo su “alma máter”, le ha tenido hasta el último día un cariño sin límites, durante largo tiempo un tesorero ejemplar, aunque siempre fue mucho más que eso, era un gran amante de Jaén, que gozaba de los actos que en más de 25 años han tenido lugar, también una voz crítica contra las incomprensiones y las afrentas a esta tierra, un verdadero jienense adoptivo. Lo tuve, durante mi etapa en la presidencia, como un colaborador estrechísimo primero, junto a otro personaje de su mismo talante, de hecho han sido inseparables, me refiero a Juan Hinojosa, y con los dos entablé una relación de amistad que jamás se ha mermado, a pesar de que el trato fuera menos frecuente, pero los teléfonos han permitido mantener el hilo y más que eso, el cariño. Cada vez que nos veíamos era como una fiesta, yo gozaba de su conversación, de su socarronería, que era el escape para expresarse sobre determinados asuntos en los que tal vez, por su bonhomía y por su extremada prudencia, adquirida en los años de responsable de banca, cuando su despacho era como un confesionario, evitaba siempre emitir juicios definitivos. Cuánto lamento que no nos hayamos despedido como Dios manda, hablando, una vez más, de lo divino y de lo humano. También, por su cariño por el arte, especialmente la cultura y la música, fue requerido para formar parte de otra institución jienense que goza de un gran prestigio, la Real Sociedad Económica de Amigos del País, en la que ha formado parte de su Junta de Oficiales en las etapas de la dirección de Ramón Carrasco y en la actual de Antonio Martín Mesa. En el primer acto tras su muerte se ha guardado un respetuoso minuto de silencio en su memoria.

En fin, podía decir tantas cosas, que en realidad todo es posible resumirlo en una sola palabra: gracias. Gracias, querido Paco, por tu forma de ser, por tu señorío, por tu lealtad, por tu capacidad para adaptarte a las opiniones de los demás y hacerlo todo tan fácil, gracias por el ejemplo que nos has dado de amor a Jaén y por todo lo que has laborado para engrandecerla, gracias por tu aportación al Foro que ha sido especialmente visible, gracias por enseñarnos junto a Hermenegildo el camino para ayudar a que esta tierra nuestra tenga fe en su futuro y seamos capaces de creérnoslo... Gracias, Paco, por tu ejemplo y por tu conducta intachable. Y gracias por tu amistad incondicional y las muestras de afecto que recibí de ti siempre, porque has sido una de las personas más íntegras que he conocido, y han sido unas pocas en toda una vida. Gracias, gracias, gracias...

De un tiempo a esta parte, por lo que decía al principio, se me resisten algunas despedidas, en especial esta de mi amigo Paco Mateos, porque son durísimas experiencias que tiene que vivir el ser humano. Lo dice el poeta brasileño Mario Quintana: “Las manos que dicen adiós son pájaros que van muriendo lentamente”. Ahora sustituyo el “adiós” por el “hasta luego”, el “hasta pronto” o, mejor aún, el “hasta siempre”, porque creo que me causa menos dolor y menos angustia. Adiós da la impresión de que representa poner fin, olvidar. Prefiero los versos de Miguel Hernández: “Contra las flores te fuiste. Contra las flores me quedo”, porque es un alegato en favor del recuerdo, que ese puede vivir siempre entre nosotros.

De un tiempo a esta parte, por lo que decía al principio, se me resisten algunas despedidas, en especial esta de mi amigo Paco Mateos, porque son durísimas experiencias que tiene que vivir el ser humano. Lo dice el poeta brasileño Mario Quintana: “Las manos que dicen adiós son pájaros que van muriendo lentamente”. Ahora sustituyo el “adiós” por el “hasta luego”, el “hasta pronto” o, mejor aún, el “hasta siempre”, porque creo que me causa menos dolor y menos angustia. Adiós da la impresión de que representa poner fin, olvidar. Prefiero los versos de Miguel Hernández: “Contra las flores te fuiste. Contra las flores me quedo”, porque es un alegato en favor del recuerdo, que ese puede vivir siempre entre nosotros.